"El tiempo no es un Problema" 11ª parte

Una vez que estuvimos en el avión, comencé a experimentar los síntomas claros de sentimientos humanos. Sentimientos que reconocí como propios en un tiempo muy pasado, y que a la vez me eran ajenos, porque mis sensores estaban completamente en automático, hasta que la conocí a Bella.

Celos, indudablemente. Escuchar los pensamientos de los hombres y adolescentes opinar sobre su descomunal figura, y su sensual mirada, y su voz de ángel, no me hacían sentir nada contento. Porque sobre todo ellos no usaban las educadas y sumisas palabras que yo uso para describir sus pensamientos, si no unas más burdas.

— Edward, quieres calmarte. —me decía Jasper, quien seguro percibía mi estado de ánimos. —si se te está haciendo muy difícil retener la tentación de su sangre... bueno contén la respiración, y deja que con Emmett te sostengamos.
— No Jasper. No es eso, te aseguro, que mi irritación surge por motivos totalmente ajenos a su sangre. —refunfuñé—Aunque no me vendría nada mal hacer callar de por vida a ese muchacho, que no se quien se cree para pensar en...
— ¡Edward! ¡No te inmiscuyas en los pensamientos de nadie más! —me regañó Esme.
— ¡Lo siento! Pero es imposible cuando te lo están ¡Gritando! —me defendí.

Llegamos a Londres. Y allí pensábamos quedarnos. La tierra natal de Carlisle. Alquilamos unos autos para transportarnos hasta el hotel. Una vez que Esme y sus contactos nos consiguieran una casa, por que si, ahora viviríamos los ocho, como una gran familia. La historia sería como siempre lo fue, las tres hermanas, que vivían con Carlisle, su tío, y sus primos, Esme Jasper Emmett y yo.

Emmett y yo no aguantábamos las ganas de hacer traer los autos des de Forks. Rosalie quería traerse todo su taller y su porch. Bella su moto turbo y el piano, Alice el ropero. Pero en fin, todos ansiábamos nuestras pertenencias, que si bien se iban a tardar, aunque vinieran por nuestra línea privada.

Las chicas estaban demasiado tensas, tanta mudanza, tanto viaje, tantas incógnitas, y nuevas perdidas. Y lo mejor que puedes hacerle aun vampiro es distraerlo, eso no es algo que cueste mucho.
Carlisle nos comentó de su fascinación por ir a baila a fiestas exclusivas. Y en Londres esta lleno de ellas. Con Emmett convencimos Jasper de que le propusiera a Alice, y con eso lograríamos sacar a las tres. Porque la verdad es que yo no me animaba a decirle a bella. Y Emmett tampoco quería inmiscuirse con Rose o Alice, y bella mucho menos, no le dejaría.

Era un completo lío. Bella y yo no nos animábamos a declarar la verdad, que ambos nos atraíamos. Emmett, que no quería nada de relaciones amorosas, ni quería quedar como un fanfarrón galán. Y Jasper, como siempre con su humor tan inusual, no sabía lo que quería, porque los deseos de todos se mezclaban entre los suyos.

Al final, Alice acepto antes de que la invitáramos siquiera, y las chicas se emocionaron mucho de la idea.
Esme se había encargado de hacer una recopilación de datos sobre fiestas para este sábado en la noche. Y resultó ser que había una celebración a la que asistirían celebridades, de Inglaterra, y de todo el mundo.
Esa fue nuestra elección.

Pero a mi me preocupaba como haríamos para ingresar sin entradas. Claro que Alice me habia asegurado que ese no sería un problema.

Llegó la hora de partir. Y había estado observando en las mentes de Rosalie y Alice, a ver si conseguía echarle un vistazo a Bella. Pero no, Rosalie estaba ocupada admirándose. Y Alice viendo en el futuro si alguien iba a llevar un vestido parecido al de ella.

Con mis hermanos vestimos de Smoking. Emmett de beige, Jasper Azul oscuro, y yo de negro.
Esperamos en el may del hotel, mientras charlábamos con Carlisle, de simples cosas que nos contaba sobre su niñez por estos barrios. Cuando la oí decir que ya estaba lista. Pero ella estaba en la habitación cuando lo dijo. Pobre Bella, Tener que lidiar con la atolondrada de su gemela. Se me retorcijón el estómago de los nervios, (otro sentimiento humano), producto único de mi imaginación.
Me paré al pie de la escalera, solo quería verla. Pero ninguna de sus hermanas ni Esme la estaba viendo a ella en ese momento, por lo que tuve que conformarme con el lento y fingido paso humano.

Edward a mi me parece o… ¿¿Tu sientes por Bella algo más que un aprecio fraternal o amistoso??

Me preguntó Carlisle con su mente. Mi sonrisa, que era la viva imagen de alguien que se ruboriza, y la mirada de complicidad que le dedique fueron más que respuesta suficiente.

Eso, bueno... ve con cuidado. Ella es como una hija para mi. No deseo verla sufrir más. Pero no pienses mal, Edward, yo confío mucho en ti.

Asentí imperceptiblemente. Y quedó así, confirmado, una especie de permiso por parte de Carlisle.

Edward ¿por que estas tan nervioso?

Jasper, siempre metiendo se. Bueno yo también lo hago. Pero, es diferente.

No, no me hagas carita de exasperado. Estas así por algo en especial ¿Quizás una señorita ha?

Me frustró. Eso me colmó. Y se me notó en el rostro, porque Jasper empezó a reírse deliberadamente. Emmett se le unió, por pura pavada. Porque en verdad no sabía lo que ocurría. Carlisle también se contagió de la risa de ellos, preguntando porque se reían entre jadeos. Y al final terminé por contagiarme yo también.

Entonces oí el ascensor a cinco metros por encima nuestro. Me puse serio, y con un gruñido les espeté a mis hermanos un tajante “No lo arruinen”.

Del ascensor bajaron dos muchachos de veinticinco años aproximadamente, pensando en las bellezas que venían con ellos. Uno venía desilusionado porque Bella le había ignorado, y el otro porque Esme le había abofeteado, cuando este se le había lanzado estrepitosamente. Reí por lo bajo, y susurré “Bien hecho Esme”.

Ella salió riendo también, seguida de los saltitos de Alice, el paso firme de Rose, y la mujer más Hermosa, brillante, angelical, con el alma más pura, con los ojos mas profundos, los labios más deliciosos, y mi anhelos de vida. Bella.

La imagen tímida, y los ojos de ella asomándose por un mechón de su flequillo, mirándome solo a mi como si fuera su deseo, me tenía fascinado. El verla me hizo jurarme que Llegaría al final, conseguiría un lugar en su frío, y cálido corazón, conseguiría sin importar cuanto tarde, que ella fuera más feliz, y adoraría que fuera junto a mi.

Su vestido color negro brillaba se seda, corto por encima de la rodilla, caía con gracia, y el voladillo realzaba sus piernas, sostenido al cuello, con la espalda descubierta. Su piel pálida contrastaba con el negro, haciendo la brillar aún más. Sus pies vestidos con unos zapatos de lo más delicados, negros con diamantes. Su cuello no estaba desnudo, llevaba más brillantes y diamantes. Su suave y brillante cabello recogido con un lazo negro, en Bucles , su radiante cabello color chocolate.

Me acerque a ella, y no lo soporté más. Ni un segundo. Le tendí mi mano, y ella dudó, pero la tomó al final. Mi preocupación se desvaneció con su contacto. Ella se relajó también, al ver que podíamos contenernos. Pero recordé que me estaban viendo. Me voltee pero nadie nos miraba. En verdad los que hacían el ridículo eran Emmett y Rosalie. Lo leí en los recuerdos de Jasper. Emmett había visto a Rosalie, se había sentido muy acalorado. Ella igual, y ambos se entrelazaron en el beso apasionado que todavía los regía.

Decidí detenerlos, a sabiendas de que una vez que se empieza es difícil terminar.

— Bueno señores, señoritas — agregue mirando Bella, quien reía por lo bajo— nos vamos. La limusina nos espera.
— Claro. —dijo Alice, tirando de Rose.
— Te ayudo. —forcejeó Jasper con Emmett—muévete idiota. —con Bella nos dirigimos a la entrada al gran hotel. Estaba chispeando fuera, por lo que el portero me entregó un paraguas. Cubrí a Bella, y le abrí la puerta de la gran limusina negra. Ella entró y me sonrió.
— Vamos Rose, muévete, ya podrán seguir en otro momento. —le insistía Alice a su hermana.