miércoles, 8 de abril de 2009

SE viene la segunda!!!


No caí en la cuenta de que tenía una cita con un chico que no conocía hasta un rato después de haber llegado a casa. Eran las cinco de la tarde.
Faltaba mucho tiempo para ir a lo de Carlisle.
Y que conste que yo solo tendría esta “cita”, para hacerle el favor a Alice.
Pero de todos modos empecé a prepararme.
Primero me tome un baño relajante, en mi Jaccusi, con sales marinas y espuma perfumada, fresas, mi favorito. Me hice un baño de crema en mi cabello, par a que quedara más sedoso.
Luego de salir, me desenrede y lo alise para que estuviera prolijo.
Al abrir mi armario, no supe que elegir. Probé con un vestido de lentejuelas negro, no es demasiado para una simple noche. Luego con un Jeans simples y una remera escotada rosa, no, queda muy fuera de ocasión. Al final me decidí por unos Jeans oscuros y ajustados, unas botas negras de seda, una camisa color Azul Océano y una Campera liviana Blanca. Me adorne con unas cuantas joyas plateadas.
Para cuando hube terminado, ya eran las ocho de la noche en punto, bajé a la recepción y pedí que me trajera mi Mercedes negro al encargado de la cochera.
Cuando iba encaminada a casa de Carlisle tome la autopista, y acelere a ciento treinta, siempre me gusto la velocidad. Pero al tomar una lateral para bajar, un par de camiones me encerraron, y aplastaron mi hermoso mercedes.

Desperté en el hospital. Me sentía muy bien, de hecho bastante bien para haber sufrido un accidente. Llame a la enfermera pero ella no respondió, ni siquiera nadie habia venido. Aun era de noche, seguramente solo habían pasado unas horas. Mire mi cuerpo y estaba completamente vestida, y no tenia ni un solo raspón, ninguna lesión. Habia tenido suerte sin duda alguna. Me pare y Salí de la habitación del hospital. Estaba a dos cuadras de mi departamento.
Fui allá directamente.

Edward:

— Pon el sofá blanco en el centro, y el gris déjalo por allí, luego lo acomodare todo yo—le dije al chico de la mudanza. Estaba traspasando todo a mi nuevo departamento, en New York. El chico estaba pensando en cualquier cosa menos en lo que yo le ordenaba. Humanos… les costaba tanto concentrarse.
— Si señor Masen. — Y cuando llegue con las rosas… esto de leerle las mentes a los demás resultaba muy cómico la mayoría de las veces, pero ahora era frustrante.
— Gracias muchachos, cuando terminen pueden largarse tranquilos yo me encargo de acomodarlo todo, cuando este más relajado.
— Claro señor. — y ella no podrá resistirse, y tendré una noche de puro sexo desenfrenado… esto ya era demasiado.

Luego de que se fueran me dedique a acomodar todo, no es que me tomara mucho tiempo, tampoco me costaba. Tenía un par de trucos bajo la manga.
Pero me di cuenta de que no estaba solo. Una chica, me estaba observando. Una bastante linda la verdad, pero… habia algo raro, ¿por qué no la habia escuchado?

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