miércoles, 8 de abril de 2009

sigue El misterios es cuestrion del destino!!!



Isabella:

Acababa de entrar en mi departamento, cuando vi a un chico levantar un sofá, que no era mío y depositarlo suavemente en el suelo como si este fuera tan liviano como el telgopor.
Me quedé mirando lo con cara de enojo, con los brazos cruzados.
Al notar mi presencia se paralizó, y claro como no, él seguramente no esperaba la presencia de la dueña para terminar de… de… ¿que se suponía que estaba haciendo? Estos no eran mis muebles.
— Y bien… espero una explicación— le dije con una ceja levantada. El muchacho no contesto, me estaba impacientando— espero que tengas una buena para estar acomodando unos muebles ajenos en mi departamento.
— ¿Qué?... pero si este departamento… ¿acaso dijiste “tu departamento”?
— Si, ¿que eres sordo?
— No, es lo que menos soy. Pero este depto. no esta habitado desde hace cuatro meses, y yo lo estoy adquiriendo.
— Si y yo nací ayer, cuatro horas querrás decir. Quiero una buena explicación.
— No se quien diablos te crees pero me estas molestando niña. —el muy cara dura me llamó niña. Me dió la espalda y se puso a hablar por teléfono, y discutía algo de mi departamento, porque es mió. Fui a sentarme en el sofá blanco. Cuando cortó me busco con la mirada, y se sorprendió de verme en el, frunció el seño, enmarcando unos ojos color topacio, hasta ahora no había notado lo bien parecido que era.
— Sal de mi nueva casa. —me dijo seriamente. —no se como entraste, o porque eres tan mal educada de sentarte en mi sofá.
— ¿Tú casa? ¡NO PIENSO MOVERME DE AQUÍ!
— ¡NO ME PROVOQUES NIÑITA!
— Ahh… Primero que nada, no soy niñita, tengo veinticinco años…
— Ahh pues yo más, muchos más de los que podrías…
— ¡Y SEGUNDO TENDRAS QUE SACARME A LA FUERZA, PUESTO QUE ESTA ES MI CASA!
— ¡De acuerdo! Tú lo pediste. —se acerco a mi y al intentar agarrarme por el brazo, su mano traspaso mi cuerpo, y ambos quedamos en estado de shock con la mandíbula caída.

Edward:


¿Qué rayos estaba haciendo esa loca extraña en mi casa? ¿Cómo hacia para moverse tan sigilosamente? ¿Por qué no podía leerle la mente? ¿Por qué no podía olerla? Pero ¿por que diablos no pude tocarla ni agarrarla cuando quise sacarla a la fuerza?

Esto era demasiado extraño, ¿sería ella un vampiro como yo?
Características a razonar a favor de que sea un vampiro:
Es sigilosa, no puedo tocarla, no le leo la mente, no le doy miedo, pálida y de una hermosura increíble.
Características a razonar a favor de que no sea vampiro:
No olía a vampiro, de hecho no olía a nada, no tenia ojos negros, ni rojos, ni topacios, tenía un matiz colorado en sus mejillas.

Estaba cincuenta por ciento seguro de que no lo era, pero tenía que sacarme la duda, y luego sacare me la de encima.
Habia un método infalible para saber si ella era un vampiro, diría lo que sea a un volumen tan bajo y rápido que si ella fuera humana no podría oírme. De lo contrario lo oiría.
— vete de aquí loca. —dije tal como planee. Pero ella no contesto, ni dio signo de haberme oído. Pero no podía confiarme, tenía que asegurarme, ella podía estar fingiendo.

Me acerque a la ventana y destape las cortinas para que entrara el sol, del atardecer, y le diera de lleno a su rostro. Nada, ella no brillaba. Pero de todos modos se veía hermosa.
Cerré las cortinas nuevamente.
— Y bien, ¿que estás loco? — me dijo al ver que empezaba a dar vueltas en la habitación, estaba pensando que ocurría. — ¿puedes quedarte quieto? No, mejor vete de mi casa.
— ¿Qué? No empieces de nuevo, ¿no ves que es lo que está pasando? — le espete enojado— Vale, me rindo… dime ¿Qué mierda eres?
— ¡Alto a mi no me faltes el respeto! ¡que yo soy una dama!
— Si claro, vamos no tengo todo el día. —ella me estaba exasperando.
— ¿A que te refieres? — acaso me estaba tomando el pelo, ella también habia visto como le atravesaba la piel.
— Vale, mira— y atine a pegarle un cachetón en la cabeza, ella intentó esquivarme, pero no hizo falta. Volví a hacerlo, esta vez ella se quedó observando.
— De acuerdo, ¿que supones que soy? Esto también es nuevo para mí, hace unas horas yo estaba camino a lo de un amigo y ahora estoy tratando con una situación de locos.
— No lo sé.
— Bien pues de todos modos ahora con más razón me quedo acá, y quiero mis muebles de nuevo.
— ¡Oh! Eres insufrible. —le dije. Me levanté y me fui hacia la puerta. —solo espero que cuando halla vuelto del hospital, tu ya no estes aquí estorbando.
— Tranquilo acá estaré esperándote. —entonces me marché dando un portazo.

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