lunes, 20 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 9


Pasaron siete meses. Todo seguía igual. Jasper no sabía que hacer para sacarme de mi depresión. Todo lo veía triste.

Una tarde decidí ir a caminar al parque de New York. Él quiso venir con migo. Pero le supliqué que me dejara pensar...sola.

Me subí a mi Aston Martin. Y me dirigí al parque.

Al llegar a el. Estacioné y apoyé mi sudorosa frente en el volante... sollozando, la desesperación me ahogó, el hueco que Isabella había dejado en mí. No me bajé del auto. Pero ya oscurecía debía volver. Salí un rato.

Caminé por el solitario sendero. Entonces la escuché. Una voz modificada pero idéntica a la vez.

Alice. —esperé... y me detuve. —Alice, ven.

A donde ¿Isabella eres tú? —entonces ella se asomó de detrás de un árbol. Me miró fijamente. Ella estaba muy espectral. Blanca como la nieve. Me temblaron las piernas y caí al suelo, comencé a llorar nuevamente.

No llores Alice, estoy bien... ¡No, déjame abrazarla!—gritaba a alguien a sus espaldas—¡Me prometiste que me dejarías! ¡Si puedo contenerme!

No te vallas... —solloce cuando vi que la empujaban hacia atrás... sus amarillos ojos desaparecieron. Seguí llorando por media hora más. Pero mi amor me vino a salvar del mar de lagrimas.

Oh... Alice ¿Qué haré con tigo? —me alzo mi amado. Ya solo podía seguir gimiendo de dolor, la había tenido tan cerca, y tan lejos a la vez. O ¿había sido una ilusión?

Decidí no hablar de ello con nadie por el momento. Pero estaba segura de que era real, pero estaba cambiada eso era todo.

Mi esposo me dejó en el asiento del copiloto y se dio la vuelta, entonces vi un sobre Rosado con mi nombre en el asiento del conductor. Lo tomé rápidamente y metí en mi chaqueta. Jasper entró y comenzó a parlotear, pero no le prestaba atención. Yo solo tenia la cabeza en el sobre que con desesperación quería leer. Sospechaba que era de mi desaparecida hermana.

Al llegar a nuestra casa, Carlisle y Esme, quienes estaban saliendo hacia unos meses ya, se despidieron llevándose al pequeño Emmett de Carlisle, con ellos. Habían ido a cuidar a mi hijita Rosalie, para que yo pudiera hacer un paseo tranquila.

Mi amor ¿estas bien? —me preguntó Jasper.

Si, gracias cielo. Perdón por comportarme de esta manera tan desesperada.

Alice, no te preocupes por ello, algún día lo sobrepasaremos. No lo dudo.

Gracias nuevamente Jasper. — suspiré y le bese con cariño. El me abrazó. —bueno, creo que tomaré un baño para relajarme. Te amo.

Yo también te amo cosita mía.

Me metí al baño y abrí la ducha para que Jasper no sospechara. Tomé el sobre de mi chaqueta y lo sostuve frente a mí con manos temblorosas.

Mi nombre escrito en grande con rojo. El sobre de un rosa intenso. La letra era la de Isabella sin dudas, pero mucho más prolija que antes. Decidí leerla:

Alice:

Amada hermana mía... me dirijo a ti con la desesperación hecha palabras.

Primero que nada debes saber que no estoy del todo muerta, es algo peligroso y complicado. Y hoy al verte, solo desee abrazarte, y compensar todo estos meses desaparecida.

Yo tengo absoluta confianza en que sabrás comprender, y harás entrar en razón a toda nuestra familia.

Se también que será muy difícil entender todo lo que ha pasado, pero ¿Sabes qué Alice? Estoy con la persona más maravillosa del mundo. Él está hecho a mi medida. Y tal como tu me lo pediste a mi yo he cumplido, ahora tengo a ese alguien que le sacó el amargo sabor a mi vida.

En parte soy feliz, porque se que mi familia está muy bien dentro de todo, pero tu mi pequeña, te cuesta mucho salir a delante, y eso me destroza... te he observado durante semanas, y solo lloras por mi, y susurras mi nombre... eso no es bueno amor.

Pero no penes más, ya no lo harás... volveré, luego de haber convencido a mi Amado, de que no te haré daño ni a ti ni a los demás. Se que es muy complicado, y que te digo poco, pero por favor, confía en mí.

Lo lograremos hermana. Se que lo haremos, porque hoy te vi, y tu a mi, y eso me devolvió a la vida por un segundo.

Alice, eres una persona mucho mas tenaz de lo que estas aparentando ahora. Quiero que seas fuerte ante todos. Y les convenzas indirectamente que estoy bien, y no falta poco para que aparezca de nuevo.

Te elegí para mostrarme, por la simple razón de que eres la persona en que más confío, porque eres una persona de mente abierta, e inteligente., que además no permites que te cieguen con pesimismo. Por eso te elijo mi cielo.

Alice, deseo conocer tu actitud y postura frente a esto acontecido hoy, deseo saber que piensas sobre lo que acabo de contarte. Si es posible escribe una carta, y yo pasaré todos los días, a medianoche, por la casita del árbol que construimos juntas, con la esperanza de encontrarla... así me lleve años gastar el tiempo, en esperar tu respuesta.

No queda mucho tiempo amor mío, hermana de mi vida, Jasper, se acerca y está buscándote. Los extraño a todos con desesperación. Un favor más, exprésales a través tuyo, todo el cariño que les debo a cada uno.

Con todo el Amor que te pertenece, Tu, por siempre, Hermana Isabella.

No estaba segura, si era un llanto de dolor, por no poder abrazarla en este instante, o felicidad de todas su bellas y vivas palabras.

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 8


El sufrimiento se desvaneció. Pero no mis pensamientos sobre Edward. Sus ojos color miel, su blanca y brillante piel. Sus movimientos delicados. Y su porte tan apuesto. Su cabello que se agitaba cada vez que me negaba con la cabeza. Sus dientes relucientes, que sonreían al decirme “Bella” burlescamente...Edward...Edward...

— Edward— susurré.
— Acá estoy—me contestó su hermosa voz.
— ¿Edward? —esa no era mi voz. Y menos después de haber gritado tanto.
— Si, soy yo. Te he salvado.
— ¿Como? —y abrí los ojos. Veía de maravillas, todo tan detallado. Oía tan a lo lejos, y me sentía tan liviana y cómoda. En los brazos de él. Estábamos en el desierto, Búfalo seguramente. Era de noche.
— ¿Quieres hablar? —preguntó tímidamente. Como si fuera a gritar de nuevo.
— Si... —tanto por entender.

Alice:

— ¿Como que ella murió? ¡No puede ser!
— Lo lamento señorita, pero el doctor ya la ha llevado a la morgue, porque su cuerpo no está desde ayer a la mañana. —me contestó la enfermera.
— ¡¿Quiere explicarme que ocurrió?! —grite desesperada. Esme me tomaba de los hombros y tiraba de mí para que saliera de la sala de urgencias.

Me tranquilizaron, Jasper, mi esposo, me acunó en sus brazos, mientras esperábamos que Esme hiciera los papeleos.

Rosalie nuestra hija estaba en casa de mis padres. Charlie y Renné. Fuimos a casa todos con el animo por el suelo. La espera para que mi hermana Isabella saliera del coma, había sido insufrible, pero nadie esperaba esta noticia. Carlisle el amigo de Isabella, llego, agotado, y desbastado.

Esme salía con él hacia ya dos meses, y era todo mas que bello. Pero Isabella seguiría faltando.

Carlisle intentó comunicarse con su amigo Edward Masen, quien era el doctor que se había encargado de Isabella. Pero en la guardia le dijeron que este se había trasladado a otro distrito.

Según Carlisle, Edward, era el amigo que él pensaba presentarle a Isabella, la noche del accidente. Al final él la había conocido. Pero jamás se enterarían de su probable destino como pareja.

Mi hermana, mis padres, y mi hija hacían todo lo posible por seguir adelante, la perdida se suponía ser un obstáculo que superar. Pero mis ultimas palabras a mi hermana adorada no habían sido agradables.

“Entonces es momento de que eso cambie. Tienes que encontrar un nuevo significado para tu vida, si me quieres Isabella si quieres a Esme, y a Rose, haznos un favor, y encuentra ese alguien que le de un sabor distinto a tu amarga vida de trabajo. Esa es tu misión y si nos quieres tendrás que cumplirla.”
Tantas veces ella me había fallado, y ahora volvía a hacerlo. La odiaba por eso. Pero la amaba, y me sentía culpable. Pues ahora había sido yo quien le fallaba.
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Pasaron siete meses. Todo seguía igual. Jasper no sabía que hacer para sacarme de mi depresión. Todo lo veía triste.

viernes, 17 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 7


Este capitulo se lo dedico a mi Amiga Mariana!! que es adorable, y es la mismisima mariana de la historia que escribo,,, El tiempo no es un Problema!! esa misma!!!!


—¿Diga? “Doctor Masen, hay una emergencia. Una paciente está teniendo un paro cardiorrespiratorio.”Ahora voy.

Isabella:

Él era una bestia, la más hermosa que vi jamás. Y su rostro acongojado y desesperado me quedó grabado en la memoria, de ver como él me miraba a mi. Mientras me iba desvaneciendo.

Mis sentidos se intensificaron como nunca. Hacía mucho que no me sentía tan perceptiva. Como había olvidado todo, no se que me había ocurrido, pero mi cuerpo se agitaba pidiendo aire. Entonces recordé a Carlisle, mi amigo, el de Edward. y su bello hijo Emmett. Mis hermanas, Alice y Esme, y la pequeña Rosalie. Toda mi familia. Donde se encontraban ahora ¿Sabrían ellos que me estaba asfixiando? No, no sabía ni yo donde estaba.

Pero no estaba tardando. Me ahogaba en un mar negro. Hacía fuerza para respirar. Pero nada de aire entraba.

Mis sentidos seguían alerta. Y detectaron unas manos frías levantarme en vilo. Y una corriente de aire en mi cabello, intente respirar, sabía que había aire. Pero este no quería entrar. Ya no duraría mucho más sin oxígeno.

Abrí mis ojos un segundo. Y eso basto para que un brillo me segara, y no me dejara ver nada más que su luz, y la del caliente Sol que me quemaba, y me quemaba mucho. El desierto se desvaneció en mis pies. Y las punzadas de dolor calcinante se extendieron por todo el cuerpo. Como si alguien estuviera inyectándome lava ardiente en las venas.

Un desgarrador grito de agonía traspasó mi garganta. Y escuché a la voz del ángel, que me sostenía, decirme que ya se pasaría. Pero solo podía deducir que debía estar yendo al infierno, ¿de donde más estaría saliendo tanto ardor si nó?

Más gritos, que yo emitía, eso me permitió respirar por fin. Pero el aire quemó mi garganta y mi nariz, también los pulmones. Decidí no respirar más y ahorrar agonía. Deseaba que se terminara... quería morir.

La eterna desesperación seguía cantando, con la más dulce voz. La de mi ángel. Que ciertamente era igual a la de Edward. esa persona que me había obsesionado. Ese vampiro, que me aterrorizaba. Pero tanto, tanto me gustaba. No quería admitirlo. Ya estaba rota. Los desamores de mi adolescencia dejaban marcas incurables.

Pero él no parecía peligroso la verdad. Ahora entendía tantos nombres y tanto misterio. Pensar en Edward me ayudó a distraerme del dolor. Y nuevas fragancias me inundaron los pulmones. Escuchaba una respiración agitada junto a mi oído. Y un contacto cálido me rodeaba. El sufrimiento se desvaneció. Pero no mis pensamientos sobre Edward. Sus ojos color miel, su blanca y brillante piel. Sus movimientos delicados. Y su porte tan apuesto. Su cabello que se agitaba cada vez que me negaba con la cabeza. Sus dientes relucientes, que sonreían al decirme “Bella” burlescamente...Edward...Edward...

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 6


Este Capitulo se lo dedico a mi Prima Bianca!!

Que la Amo!!!


Tuve sueños tumultuosos en donde el rostro de Crlisle el amigo de Edward me era familiar. Igual que Esme. Pero no estaba segura, sentía conocerlos del todo. Pero solo era la sensación. De pronto recordé que tenía que buscar a Edward, debía seguirlo. Pero como si seguía soñando. Me desperté. Y estaba viendo a Edward, pero no estaba en el departamento que nos disputábamos. Estaba en el desierto sabático. Súper lejos de la ciudad.

Él estaba agachado en una posición felina mirando hacia un coyote. Saltó sobre el pobre animal. Y luego insertó sus dientes en el cuello. Succionó su elixir. pero se detuvo en cuanto escucho mis sollozos.

Yo estaba temblando. Y el me miraba hermoso y terrorífico como siempre. Dio un paso hacia mí. Pero yo grité y me desmayé.

Desperté en el sillón. Blanco del departamento. Segura de que la travesía en el desierto no había sido un sueño, había sido real.
Pero él no estaba acá.

Pasó media hora y él llegó. Con el rostro asustado y cauteloso. Me vio sentada en el sillón. Petrificada como estaba.

— Desapareciste. —me dijo con voz temblorosa. — ¿Cómo... por qué...dime que eres?
— Yo soy algo raro sin dudas. Es verdad desaparecí. —dije tranquila. Mirándolo seriamente a los ojos. —pero tú... tú eres una bestia, un monstruo ¿Como hiciste para saltar de esa manera? ¿Por qué mataste a ese coyote? ¿Y bebiste su sangre? Eres un maldito vampiro ¿acaso? No tienes que actuar tan incivilizadamente.
— Bella... has dicho lo correcto.
— ¡¿Qué?! Tu eres un menstruó que se cree vampiro. Es ¿eso?
— Si, pero al revez. Soy un Vampiro que se cree monstruo.
— ¡¿Ah?! —lo miré. Hablaba en serio, lo veía en sus ojos sinceros. Edward era un vampiro. Pero ¿por qué me sorprendía si yo desaparecía?
— Ahora dime que eres tú... me muero de la curiosidad.

Edward:

Ella no contestaba... esperé.

— ¡Dime! —la apuré.
— ¡No! ¡dime tú! ¡¿QUÉ ERES EDWARD?!
— ¡YA TE LO DIJE!
— ¡NO TE CREÓ!
— ¡CRELO! ¡SOY UN MALDITO VAMPIRO! —ella empezó a mover su cabeza y dejó de respirar, se agito bruscamente, y lagrimas corrían por sus ojos y mejillas, quise abrazarla, pero ella se apartó innecesariamente, gritando de miedo. Nunca había visto tanto terror en unos ojos tan hermosos.

Pero eso fue trascendente, porque empezó a desvanecerse nuevamente. Cuando desapareció completamente sonó mi móvil.

martes, 14 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 5

[Bueno la foto nada que ver con este capitulo, pero la edité yo hace mucho y quería compartirla, besos a las chicas de Fotolog, y a los que pasen por aca!!...Angelina Cullen Black]

No, ¿y tú? ¿no trabajas?

Si, pero en la noche. Soy medico de guardia por ahora.

Ahh… ya veo. —ella se quedó observando me— ¿no vas a preparar nuestro desayuno?

¿Nuestro? No, claro que no. Si tienes hambre ve a comer a algún otro lado.

No, la verdad es que no tengo hambre, pero tú quizás, además se trata de ser caballero, no me has ni ofrecido agua.

La verdad es que no te he ofrecido nada, ni siquiera quedarte. —ella me sacaba de quicio a veces. — y yo no como…

¿Cómo que no comes?

Si como, pero no ahora, no tengo ganas.

Ahh… bueno ¿y que haces por las mañanas?

Nada que te importe ¡Vete!

Oh vamos no empieces, acostúmbrate a mi presencia.

Pero es que yo necesito privacidad.

¿Para que? ¿A caso tienes una novia muy celosa?

No tengo novia, pero la que se puso celosa es otra me parece—la forma despectiva que dijo “novia” me hizo verlo así. Se levantó del sillón y se Fue a la ventana.

Bueno, ignórame si quieres. Pero acostúmbrate a mi presencia.

Bien, de todos modos ya me voy. A dios.

¿A dónde vas?

No te importa.

Te seguiré.

No dejaré que subas a mi auto.

Tomaré un taxi.

Será fácil perderlo de vista.

Entonces inténtalo.

¿Por qué quieres seguirme niña? ¡¿También quieres usurpar mi vida Bella?!

No soy Bella, y tu vida no es tan interesante sin mi, así es que te ayudaré a que no te aburras.

¡Basta! —tomé mi computadora portátil y me senté en mi cama, la cual no usaba nunca. Encima ahora tenía que fingir en mi propia casa ser una persona norma.

Cerré la puerta para que ella no entrara. Pero con lo atrevida que era , no dudaría que entrara de todos modos. Pero no lo hizo. De todas formas tendría que ir a cazar en otro momento. Seria desastroso que ella me viera.

Isabella:

¡Eh! ¿Qué no ibas a salir? —le pregunté a través de la puerta.

No con tigo siguiéndome Bella. —me dijo burlesco.

Ese no es mi nombre Edward. —me quedé mirando la puerta. Y me apoyé en ella. Luego, de repente, él la abrió. Y yo me deslicé, resbalando. El quiso sujetarme, pero no pudo, porque terminé por atravesar su cuerpo. Y el suelo, fue lo único que me detuvo. Chille.

¿Estas Bien? —me preguntó. Abrí los ojos. Me miraba fijo, con preocupación, estaba recostado en la alfombra junto a mi, muy junto.

Si, la verdad es que no me ha dolido.

Te ayudaría a levantarte. Pero ni siquiera pude atajarte. —se disculpó.

No importa Edwin. —le dije, naturalmente. Él me llamaría por mi nombre o si no. Me levanté.

¿Edwin? Eres muy graciosa Bella.

Si Edwin.

¡No! ¡Edwin es horrible! Bella es muy bonito al menos.

Pero no es mi nombre.

A mi me gusta Bella.

Y a mi Edwin.

No es cierto, se que mientes, de hecho estas conteniendo una carcajada. —él tenía razón, y ya no lo contuve mas. Me reí. Y el se unió. Tiene una carcajada celestial, pero calle al siguiente segundo.

Bueno me voy. Realmente se me está haciendo urgente la necesidad de irme. —me dijo muy acongojado.

Bueno, te acompaño.

Bella... ¿por favor, me darías intimidad?

Mmm... ¿Qué me ocultas? ¿Qué ocurrirá si no vas ahora? ¿Te transformaras en un monstruo? —y empecé a reír sarcásticamente. Pero el hizo resonar una carcajada macabra de película. Y su mirada se volvió de miedo. Me horrorizó. Y dejó de reír. Inclusive juraría que sus ojos cambiaron a un color más oscuro.

Lo siento no quise asustarte. —se disculpó.

¿Tus ojos cambiaron...?

Si, son ojos color cambiante. Van con mi humor.

Estas de mal humor... o lo estarás.

Si algo así. Si no te importa debo irme solo. —bueno, dejaría que se fuera, pero lo seguiría a escondidas. Estaba segura de que él andaba en la mafia.

Bien vete de mi departamento.

Es mío.

Muéstrame el contrato entonces.

No.

¿Por qué?

No lo tengo. Aún. La dueña de antes, aún no...

Bueno como sea. —me di la vuelta. Me senté en el sillón. Y el celular de Edward sonó. Atendió y lo puso en altavoz.

¿Hola? “Hey hermano” ¡Carlisle ¿como estas?! “Bien, acá con Esme, la Hermana de la chica que te iba a presentar. Estamos saliendo.”wow... que galán Carlisle.”si , es solo que bueno, yo era un amigo muy allegado a esa chica, y bueno he estado ayudando a la familia con todo el asunto.”Si esos es muy bello de tu parte.”si, hay que ser fuertes... oye ¿conseguiste departamento verdad?” si, así es. —gruñó, y me miro acusatoriamente. — “¿Vas a invitarme o qué?”. Claro que si, pero primero debo deshacerme de la plaga. Una loca cree que este es su departamento.”uuu... eso suena divertido.” Si claro.”Bueno Hermano he de irme”. Claro, que estés bien amigo. —cortó.

Bueno, no soy plaga.

¡Ja! —se dio la vuelta para irse. Yo fingí que estaba ofendida, y luego lo seguiría. Se fue. Espere recostada cinco minutos. Pero me quedé dormida.

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 4







Isabella:

No iba a tolerar que me usurparan mi hogar ¿Quién se creía ese…ese…? Chico muy guapo… mal criado. ¿Dónde habría dejado mis cosas?
Me dediqué a revisar sus cosas. Tenía que encontrar algo, papeles, o algo que me diera un indicio de quien era este tipo.
Fue difícil hasta que di con lo que necesitaba, luego de unas horas. En un cajón encontré un sobre lleno de documentos, todos eran iguales, con la misma foto, El, pero distintos nombres, tenía todo incluyendo pasaporte europeo.
¿Qué significaba esto? Seguro que vendía drogas. Por eso le molestaba tanto que estuviera en su departamento, ¡mi departamento, que digo!
Ahora debía asegurarme de donde escondía los narcos. Fui a la cocina primero. En ella no encontré nada, pero realmente nada de nada, ni siquiera agua en botella. Ningún alimento, simplemente nada.

Entonces el llegó. Abrió la puerta.

Edward:

Al entrar a casa, no la ví, pero estaba todo revuelto, ¿me habría robado la descarada?

— ¡Bien! Se marcho por fin. — resoplé aliviado de no tener que tratar con ella de nuevo. Fui a la cocina a cerciorarme de que no hubiera hecho estragos allí.
— ¿Eres una especie de mafioso o qué? —ella apareció de la nada frente a mis ojos, ahora que la tenía mas cerca, pude admirar lo bellísima que era, me dejo confundido, no sabía que responder— ¿y bien señor: Priori, Janson, Black, Stiveson, Masen, o debería decir Pattinson?
— ¿De que estas hablando? —oh no esta niñita me había descubierto. Eh… fingir ante todo. Si eso. —no me vengas con tonteras. Vete de mi casa.
— Ahh… me quieres cambiar de tema ¿No? —me miraba con una ceja levantada severamente. — vamos, comienza a hablar, antes de que llame a la policía.
— No tengo nada que decirte usurpadora de hogares— le dije enojado— además tu me debes una respuesta aún.
— ¿Ah si? Bien si quieres saber quien soy, y el porque de que no me puedas tocar, tu deberás confesar tu secreto primero señorito Priori, Janson, Black, Stiveson, Masen, o debería decir Pattinson.
— Nunca tendrás respuestas de mí.
— Entonces tu tampoco, y olvídate de que me voy a marchar.
— Eres insoportable.

Me marché a la computadora, tenía trabajo que hacer, y ella se aburriría pronto.
Comencé a tipear, tenía que entregar un informe con los diagnósticos del día. Ella se desparramó en el sillón, u me dijo “buenas noches”, con una vocecita que me, encanto, irritaba. Decidí no contestarle, tal vez si la ignoraba ella se marcharía.
— Tu madre no te enseño modales ¿verdad? — ella solo quería fastidiarme.
— No metas a mi madre en esto, tú eres la mal educada.
— No, yo he sido muy cortes señor bla bla bla, tu sabes, todos los apellidos que tienes.
— Si claro.
— ¿A propósito como te llamas realmente?
— Eso no es de tu incumbencia.
— Bueno si vamos a convivir tengo que saberlo.
— ¡¿Qué convivir ni convivir?! ¡tú te largas!
— No te alteres. Mira, yo te voy a mostrar como se hace— ella se acercó a mi, se aclaro la garganta y se paró derecha, tenía un porte tan encantador, y me tendió la mano— hola, mi nombre es Isabella Swan, mucho gusto.
— ¿Estas bromeando?
— No, vale, si no vas a colaborar. —se dio la vuelta y se echo en el sillón nuevamente, esta vez me dio la espalda. Maldita niña, me hacia tener cargo de conciencia, y es que solo pretendía ser amigable, no, eso no era, solo quería ser mi molestia más grande, pero tiene razón, mejor será decirle mi nombre y ser mas caballero, solo le diría mi nombre nada de caballerosidad.
— Soy Edward Masen. ¿Contenta?
— Si— me dijo sonriendo triunfante, se dio la vuelta y me dejó con todos mis berrinches a flor de piel.

Ella se durmió pronto, y no pude evitar experimentar con ella. Me acerque, inhalé profundamente, pero nada, no sentí mas que los aromas de los muebles que me rodeaban, caoba y roble, y telas. Entonces probé tocar la nuevamente, pero no pude, solo la atravesé asta llegas al almohadón que sostenía su cabeza.
O sea que ella si podía tocar lo material, pero no a mí ¿sería que yo no podía tocarla? No, ella me dijo que tenía un secreto con respecto a eso, seguramente no era el único.
Pero ¿por que no podía leer sus pensamientos? Esto jamás me había pasado.
Me quede observando su pacífico rostro durante horas, estaba muy tranquila, y la verdad es que así no era nada irritante. Ella empezó a sonreír.
— Ah! ¡Te chapé! —ella abrió los ojos, todavía no me acostumbraba a que me sorprendieran, normalmente yo era quien sorprendía a los demás con mis respuestas rápidas y anticipadas. — ¿te diviertes Edward?
— No te hagas la interesante Bella.
— No me llames Bella. Ese no es mi nombre.
— Oh lo siento… ¿Qué decías Bella? — ¡JA! Ahora se como fastidiarla— Ya es de día, ¿no tienes que marcharte?

lunes, 13 de abril de 2009

EL TIEMPO NO ES UN PROBLEMA -CAPITULO 12


Llegar al evento, que se realizaba en un salón inmenso de cortes coloniales, no nos llevo mucho tiempo. El haber alquilado una limusina fue una gran idea. Porque nos dio tiempo a repasar lo suficientemente silencioso los detalles que tendríamos que tener en cuanta para fingir humanidad.

Rose y Emmett se recompusieron. Pero se notaba el esfuerzo que eso les demandaba.

Bajamos del carro, tal y como en las premier. Desfilamos con nuestra gracia, y los “paparatzis” no dudaron en tomarnos fotos. Todos no miraban con admiración. Y escuchar sus pensamientos sobre mi, me hubieran hecho sonrojar si tuviera esa capacidad. Pero no me gustó nada cuando unos jóvenes comenzaron a gritarle a Bella “Te amo” o “!Mamasa te hago todo menos ‘upa’!”

Ni hablar de lo que se les pasaba por el pensamiento: Debo llevarla a mi casa luego de esta fiesta, y allí verá lo que de verdad es tener relaciones....

Dejé de escucharlo por el bien de todos, pero tomé a Bella de la cintura, y miré al hombre que había pensado eso, a los ojos, bien fijo. Y le sonreí malévolamente. Este se intimido. Nosotros los vampiros podríamos ser muy aterradores si queríamos.

¡Edward! —me llamó Bella desde abajo, con sus enormes ojos suspicaces—estás aterrando a esos señores apropósito ¿verdad?

Si...

¡No lo hagas! Eso es cruel.

Pero ellos lo merecían.

No hay motivo que valgo—me contradijo.

Tu lo vales. —dije terminante. Y le sonreí, mientras entrábamos al salón, por el umbral iluminado. —Tu vales mas que miradas aterradoras, si fuera necesario. —Ella me devolvió la sonrisa, esa que tanto me gustaba, esa de niña avergonzada.

Entonces llego el momento de entregar las entradas. Me coloqué al frente, porque se me acababa de ocurrir una idea para entrar. Bella a mi lado. Alice colgada al brazo de Jasper, iban detrás, y Emmett de la mano con Rose, tras ellos.

¿Nombres? —Preguntó la recepcionista, que estaba respaldada por unos enorme tipos, los de seguridad.

Oh... supongo que nos estaban esperando ¿verdad? —dije como si me costara el ingles.

Mmm... —ella pensó de pronto, que le habían dicho que había una visita inesperada, pero poco probable. Los Mc. Diamond. Los Escoceses, millonarios.

Paerdón, nou le ha dichou nostrous nombres. Nosotrous somous los Mc. Diamond [Acotación, imaginar el sonido tal y como está escrito, solo para darle el aire de ingles desentendido] .

Oh, por supuesto, claro que los esperábamos señores—y nos sonrió, pensando que con eso nos compraria.

Clarou, clarou.

Muévanse—indicó Alice a los enormes hombres que nos bloqueaban la entrada. —shu, shu.

Tome señourita. —le di una propina bastante exagerada a la muchacha,

Entramos y muchas más personas nos miraban. Pero yo solo tenía ojos para Ella. Bella.

Entramos y gente que no conocíamos nos empezaba a saludar, yo me encargaba de la estrategia, para que no se notara nuestra falta de información por no saber nombre y acontecimientos, cosas así.

No paso mucho tiempo para que la gente se sintiera a gusto con seis vampiros ocultos. Admiraban nuestra gracia, belleza, inteligencia, y buen humor. Pero a mi solo me importaba la hermosa joya que sostenía en mis manos.


¿Quieres algo para beber?—le pregunté a Bella guiñándole un ojo, porque estábamos frente a personas desconocidas.

Claro— me dijo sonriendo conspirante. La solté, y me sentí vacío. La miré a los ojos. Y ella miró mi mano—voy con tigo. Dijo tomando mi mano nuevamente. Aliviándome.

Por supuesto. Si me disculpan...—me dirigí a los otros invitados.

Edward—le pasé una copa de Champagne.

¿Si?

¿Por qué crees que sucede esto entre nosotros?

¿Qué cosa? ¿Lo maravilloso que me siento en tu compañía y los sentimientos tan hermosos y humanos que desprendo en tu presencia? O... ¿lo desesperado y ansioso que me pongo cuando no estas, y los celos que me dan escuchar las mentes llenas de testosterona de otros hombres que te miran?

Oh... Edward—ella rió por lo bajo, haciendo el gesto de que se sonroja.

Dime ¿Cuál de las dos opciones? —insistí.

Ambas. —me dijo suavemente. — y eso no es lo único, te faltó algo crucial.

¿Que?

Esta la opción de por que yo tengo la loca necesidad de cuidarte, y no verte sufrir un segundo más, de cómo me hundo en tus ojos con tanta magia, y como se me hace cada vez más difícil beber de la esencia exquisita de tus labios.

Mmm... esa opción también se me apetece conocida. —le sonreí vivamente, y ella a mi. Suspiró, aliviada. Dejó la copa y tomó la mía. La dejó a un costado también.

Oh... Edward... Ven acá. —se colgó de mi cuello con gran velocidad. Y me besó tiernamente. La tomé de la cintura, pegándola a mi cuerpo.

miércoles, 8 de abril de 2009

sigue El misterios es cuestrion del destino!!!



Isabella:

Acababa de entrar en mi departamento, cuando vi a un chico levantar un sofá, que no era mío y depositarlo suavemente en el suelo como si este fuera tan liviano como el telgopor.
Me quedé mirando lo con cara de enojo, con los brazos cruzados.
Al notar mi presencia se paralizó, y claro como no, él seguramente no esperaba la presencia de la dueña para terminar de… de… ¿que se suponía que estaba haciendo? Estos no eran mis muebles.
— Y bien… espero una explicación— le dije con una ceja levantada. El muchacho no contesto, me estaba impacientando— espero que tengas una buena para estar acomodando unos muebles ajenos en mi departamento.
— ¿Qué?... pero si este departamento… ¿acaso dijiste “tu departamento”?
— Si, ¿que eres sordo?
— No, es lo que menos soy. Pero este depto. no esta habitado desde hace cuatro meses, y yo lo estoy adquiriendo.
— Si y yo nací ayer, cuatro horas querrás decir. Quiero una buena explicación.
— No se quien diablos te crees pero me estas molestando niña. —el muy cara dura me llamó niña. Me dió la espalda y se puso a hablar por teléfono, y discutía algo de mi departamento, porque es mió. Fui a sentarme en el sofá blanco. Cuando cortó me busco con la mirada, y se sorprendió de verme en el, frunció el seño, enmarcando unos ojos color topacio, hasta ahora no había notado lo bien parecido que era.
— Sal de mi nueva casa. —me dijo seriamente. —no se como entraste, o porque eres tan mal educada de sentarte en mi sofá.
— ¿Tú casa? ¡NO PIENSO MOVERME DE AQUÍ!
— ¡NO ME PROVOQUES NIÑITA!
— Ahh… Primero que nada, no soy niñita, tengo veinticinco años…
— Ahh pues yo más, muchos más de los que podrías…
— ¡Y SEGUNDO TENDRAS QUE SACARME A LA FUERZA, PUESTO QUE ESTA ES MI CASA!
— ¡De acuerdo! Tú lo pediste. —se acerco a mi y al intentar agarrarme por el brazo, su mano traspaso mi cuerpo, y ambos quedamos en estado de shock con la mandíbula caída.

Edward:


¿Qué rayos estaba haciendo esa loca extraña en mi casa? ¿Cómo hacia para moverse tan sigilosamente? ¿Por qué no podía leerle la mente? ¿Por qué no podía olerla? Pero ¿por que diablos no pude tocarla ni agarrarla cuando quise sacarla a la fuerza?

Esto era demasiado extraño, ¿sería ella un vampiro como yo?
Características a razonar a favor de que sea un vampiro:
Es sigilosa, no puedo tocarla, no le leo la mente, no le doy miedo, pálida y de una hermosura increíble.
Características a razonar a favor de que no sea vampiro:
No olía a vampiro, de hecho no olía a nada, no tenia ojos negros, ni rojos, ni topacios, tenía un matiz colorado en sus mejillas.

Estaba cincuenta por ciento seguro de que no lo era, pero tenía que sacarme la duda, y luego sacare me la de encima.
Habia un método infalible para saber si ella era un vampiro, diría lo que sea a un volumen tan bajo y rápido que si ella fuera humana no podría oírme. De lo contrario lo oiría.
— vete de aquí loca. —dije tal como planee. Pero ella no contesto, ni dio signo de haberme oído. Pero no podía confiarme, tenía que asegurarme, ella podía estar fingiendo.

Me acerque a la ventana y destape las cortinas para que entrara el sol, del atardecer, y le diera de lleno a su rostro. Nada, ella no brillaba. Pero de todos modos se veía hermosa.
Cerré las cortinas nuevamente.
— Y bien, ¿que estás loco? — me dijo al ver que empezaba a dar vueltas en la habitación, estaba pensando que ocurría. — ¿puedes quedarte quieto? No, mejor vete de mi casa.
— ¿Qué? No empieces de nuevo, ¿no ves que es lo que está pasando? — le espete enojado— Vale, me rindo… dime ¿Qué mierda eres?
— ¡Alto a mi no me faltes el respeto! ¡que yo soy una dama!
— Si claro, vamos no tengo todo el día. —ella me estaba exasperando.
— ¿A que te refieres? — acaso me estaba tomando el pelo, ella también habia visto como le atravesaba la piel.
— Vale, mira— y atine a pegarle un cachetón en la cabeza, ella intentó esquivarme, pero no hizo falta. Volví a hacerlo, esta vez ella se quedó observando.
— De acuerdo, ¿que supones que soy? Esto también es nuevo para mí, hace unas horas yo estaba camino a lo de un amigo y ahora estoy tratando con una situación de locos.
— No lo sé.
— Bien pues de todos modos ahora con más razón me quedo acá, y quiero mis muebles de nuevo.
— ¡Oh! Eres insufrible. —le dije. Me levanté y me fui hacia la puerta. —solo espero que cuando halla vuelto del hospital, tu ya no estes aquí estorbando.
— Tranquilo acá estaré esperándote. —entonces me marché dando un portazo.

SE viene la segunda!!!


No caí en la cuenta de que tenía una cita con un chico que no conocía hasta un rato después de haber llegado a casa. Eran las cinco de la tarde.
Faltaba mucho tiempo para ir a lo de Carlisle.
Y que conste que yo solo tendría esta “cita”, para hacerle el favor a Alice.
Pero de todos modos empecé a prepararme.
Primero me tome un baño relajante, en mi Jaccusi, con sales marinas y espuma perfumada, fresas, mi favorito. Me hice un baño de crema en mi cabello, par a que quedara más sedoso.
Luego de salir, me desenrede y lo alise para que estuviera prolijo.
Al abrir mi armario, no supe que elegir. Probé con un vestido de lentejuelas negro, no es demasiado para una simple noche. Luego con un Jeans simples y una remera escotada rosa, no, queda muy fuera de ocasión. Al final me decidí por unos Jeans oscuros y ajustados, unas botas negras de seda, una camisa color Azul Océano y una Campera liviana Blanca. Me adorne con unas cuantas joyas plateadas.
Para cuando hube terminado, ya eran las ocho de la noche en punto, bajé a la recepción y pedí que me trajera mi Mercedes negro al encargado de la cochera.
Cuando iba encaminada a casa de Carlisle tome la autopista, y acelere a ciento treinta, siempre me gusto la velocidad. Pero al tomar una lateral para bajar, un par de camiones me encerraron, y aplastaron mi hermoso mercedes.

Desperté en el hospital. Me sentía muy bien, de hecho bastante bien para haber sufrido un accidente. Llame a la enfermera pero ella no respondió, ni siquiera nadie habia venido. Aun era de noche, seguramente solo habían pasado unas horas. Mire mi cuerpo y estaba completamente vestida, y no tenia ni un solo raspón, ninguna lesión. Habia tenido suerte sin duda alguna. Me pare y Salí de la habitación del hospital. Estaba a dos cuadras de mi departamento.
Fui allá directamente.

Edward:

— Pon el sofá blanco en el centro, y el gris déjalo por allí, luego lo acomodare todo yo—le dije al chico de la mudanza. Estaba traspasando todo a mi nuevo departamento, en New York. El chico estaba pensando en cualquier cosa menos en lo que yo le ordenaba. Humanos… les costaba tanto concentrarse.
— Si señor Masen. — Y cuando llegue con las rosas… esto de leerle las mentes a los demás resultaba muy cómico la mayoría de las veces, pero ahora era frustrante.
— Gracias muchachos, cuando terminen pueden largarse tranquilos yo me encargo de acomodarlo todo, cuando este más relajado.
— Claro señor. — y ella no podrá resistirse, y tendré una noche de puro sexo desenfrenado… esto ya era demasiado.

Luego de que se fueran me dedique a acomodar todo, no es que me tomara mucho tiempo, tampoco me costaba. Tenía un par de trucos bajo la manga.
Pero me di cuenta de que no estaba solo. Una chica, me estaba observando. Una bastante linda la verdad, pero… habia algo raro, ¿por qué no la habia escuchado?

Nueva historia, es la 3ª, seguiré posteando las otras de todos modos.


El misterio es Cuestión del Destino

Alice:

— Rose ¿terminaste de guardar lo creyones? Tu tía Isabella llegara en cualquier momento— claro si no llegaba tarde, como siempre, nunca tiene tiempo para si misma, solo para su trabajo, la abogacía la consumía a más no poder.
— Ya casi mami. — en ese momento me sonó el celular, atendí.
— ¿Diga? —Hola Hermanita— Hola Esme— ¿Cómo estas? ¿ya llego Isabella? — no, aún no, tu vendrás ¿cierto? —Si, claro es mas abre la puerta por favor. — en ese momento toco el timbre, que raro, ella con sus bromas inocentes.
— Oh! ¡Esme! Que graciosa.
— ¡Hola tía! ¿que me trajiste? ¡regalito, regalito!
— Oh mi cielo, no te traje nada—entonces Rosalie dejo de abrazarla, que consentida que era.
— Rose no puedes pretender que el mundo te sirva como esclavo. —la reprimí. Pero ella era muy pequeña para entenderme.
— ¡Mala tía!

Servimos la mesa, y esperamos un rato más, pero Isabella no llegaba. Entonces la llamé, ya muy enfadada.

— ¡Isabella! ¡No puedo creer que nos hagas esto, es mi cumpleaños!
— ¿Que? Oh, Alice, no empieces con lo mismo de nuevo…
— ¡Si Isabella, no puedo creer que lo olvidaras!
— ¡No lo olvidé! Es solo que estoy en la corte, y no puedo irme hasta terminar mi caso, el juez nos ha dado una pausa, no puedo salir.
— No puede ser que pongas tu trabajo por encima de tu familia.
— No lo hago, pero mi trabajo es mi vida. No tengo nada más por lo que luchar Alice.
— Entonces es momento de que eso cambie. Tienes que encontrar un nuevo significado para tu vida, si me quieres Isabella si quieres a Esme, y a Rose, haznos un favor, y encuentra ese alguien que le de un sabor distinto a tu amarga vida de trabajo. Esa es tu misión y si nos quieres tendrás que cumplirla.

Isabella:

No podía creerlo, con la edad que tenía y Alice osaba reprimirme. En sima me corta la muy descarada.
Pero bueno talvez tiene razón.
Ya era hora de que volviera a las mesas del jurado.

— Oh Isabella casi llega tarde ¿Dónde estabas?
— Alice, es su cumpleaños, y no podré estar, ella esta muy ofendida Carlisle.
— Ahh, ya veo, ella es una de tus hermanas ¿no?
— Si, y ahora me acaba de poner una condición para mi vida.
— ¿Condición? —el río con esa carcajada fastidiosa que siempre me hacía— bueno y ¿cual es esa condición?
— Tengo que encontrar algo que me cambie la vida que llevo, un “nuevo sentido”. —volvió a reír. —no es gracioso— le dije haciendo un mohín.
— Bueno, lo siento, pero creo que ella quiere que te pongas de novia o algo así.
— Si es eso, estoy segura.
— Bueno la verdad es… que tiene razón, pues hace mucho que no… tú sabes…
— ¡¿Cómo estas tan seguro?!
— Sino me habrías contado, soy tu amigo ¿o no?
— Si pero…—TOC- TOC- TOC
— Orden en la sala. —dijo el juez.
— Luego veraz, de esta no te salvas. — le dije en susurros a carlisle.

Al terminar el juicio que por cierto lo ganamos, salimos a un café al que siempre íbamos, uno de los más bellos de New York.

— Adelante señorita—nos atendió el mesero— ¿la misma mesa de siempre?
— Si por favor. Carlisle, no puedes decir que yo no tengo vida social, porque si la tengo.
— Si claro—dijo irónicamente. —yo, ¿y quien más? ¿tus clientes?
— No, voy a fiestas…
— Si con migo.
— Pero… bueno lo admito, hace años que no me doy un espacio para mi. Pero que importa, mira el puesto en el que estoy a los veinticinco años, y todo por merito mió, tengo un sueldo que me sobra y…
— Y no lo compartes con nadie.
— Tu tampoco. ¡estas sólo!
— Si, pero yo si deseo tener a alguien ¡señorita sueldo! Y mi hijo Emmett si cuenta como alguien para compartirlo, por más que tenga siete años, no sabes como come.
— Bueno y que propones, no tengo tiempo para salir y buscar chicos.
— Bien pues empezar, tienes que empezar… algún día, ¿que tal hoy?
— ¿Qué? No iré a bailar con tigo, sabes que no me gusta bailar…
— No, Isabella, ya se que no te gusta. Pero esta noche llega un amigo mió que no veo hace muchos años, viene a vivir acá porque le ofrecieron un mejor sueldo como Medico Cardiólogo.
— No quiero relaciones serias Carlisle.
— Vamos, al menos inténtalo. —le sonó el celular, el atendió y se puso a hablar

Un amigo de un amigo, que interesante, mi mente no podía estar pendiente de otra persona que no sea yo. Además mañana mismo tenía que empezar con mi proyecto de ley para que a las personas que quedan en coma no se las desconecte nunca y mueran naturalmente.

— Bien pues ya tienes una cita para esta noche. —me dijo Carlisle al cortar.
— ¿Qué?
— Si acabo de hablar con mi amigo. Esta noche tienes que venir a mi departamento, el te esperara allí, se queda con migo hasta que consiga departamento.
— ¿Qué?
— Oh! Isabella, ya debo irme, no lo olvides, esta noche a las ocho y media en mi casa. Ve muy sexy. —me dijo sonriendo mientras se levantaba de la mesa. — a dios.
— ¿Qué?