lunes, 20 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 8


El sufrimiento se desvaneció. Pero no mis pensamientos sobre Edward. Sus ojos color miel, su blanca y brillante piel. Sus movimientos delicados. Y su porte tan apuesto. Su cabello que se agitaba cada vez que me negaba con la cabeza. Sus dientes relucientes, que sonreían al decirme “Bella” burlescamente...Edward...Edward...

— Edward— susurré.
— Acá estoy—me contestó su hermosa voz.
— ¿Edward? —esa no era mi voz. Y menos después de haber gritado tanto.
— Si, soy yo. Te he salvado.
— ¿Como? —y abrí los ojos. Veía de maravillas, todo tan detallado. Oía tan a lo lejos, y me sentía tan liviana y cómoda. En los brazos de él. Estábamos en el desierto, Búfalo seguramente. Era de noche.
— ¿Quieres hablar? —preguntó tímidamente. Como si fuera a gritar de nuevo.
— Si... —tanto por entender.

Alice:

— ¿Como que ella murió? ¡No puede ser!
— Lo lamento señorita, pero el doctor ya la ha llevado a la morgue, porque su cuerpo no está desde ayer a la mañana. —me contestó la enfermera.
— ¡¿Quiere explicarme que ocurrió?! —grite desesperada. Esme me tomaba de los hombros y tiraba de mí para que saliera de la sala de urgencias.

Me tranquilizaron, Jasper, mi esposo, me acunó en sus brazos, mientras esperábamos que Esme hiciera los papeleos.

Rosalie nuestra hija estaba en casa de mis padres. Charlie y Renné. Fuimos a casa todos con el animo por el suelo. La espera para que mi hermana Isabella saliera del coma, había sido insufrible, pero nadie esperaba esta noticia. Carlisle el amigo de Isabella, llego, agotado, y desbastado.

Esme salía con él hacia ya dos meses, y era todo mas que bello. Pero Isabella seguiría faltando.

Carlisle intentó comunicarse con su amigo Edward Masen, quien era el doctor que se había encargado de Isabella. Pero en la guardia le dijeron que este se había trasladado a otro distrito.

Según Carlisle, Edward, era el amigo que él pensaba presentarle a Isabella, la noche del accidente. Al final él la había conocido. Pero jamás se enterarían de su probable destino como pareja.

Mi hermana, mis padres, y mi hija hacían todo lo posible por seguir adelante, la perdida se suponía ser un obstáculo que superar. Pero mis ultimas palabras a mi hermana adorada no habían sido agradables.

“Entonces es momento de que eso cambie. Tienes que encontrar un nuevo significado para tu vida, si me quieres Isabella si quieres a Esme, y a Rose, haznos un favor, y encuentra ese alguien que le de un sabor distinto a tu amarga vida de trabajo. Esa es tu misión y si nos quieres tendrás que cumplirla.”
Tantas veces ella me había fallado, y ahora volvía a hacerlo. La odiaba por eso. Pero la amaba, y me sentía culpable. Pues ahora había sido yo quien le fallaba.
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Pasaron siete meses. Todo seguía igual. Jasper no sabía que hacer para sacarme de mi depresión. Todo lo veía triste.

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