viernes, 17 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 6


Este Capitulo se lo dedico a mi Prima Bianca!!

Que la Amo!!!


Tuve sueños tumultuosos en donde el rostro de Crlisle el amigo de Edward me era familiar. Igual que Esme. Pero no estaba segura, sentía conocerlos del todo. Pero solo era la sensación. De pronto recordé que tenía que buscar a Edward, debía seguirlo. Pero como si seguía soñando. Me desperté. Y estaba viendo a Edward, pero no estaba en el departamento que nos disputábamos. Estaba en el desierto sabático. Súper lejos de la ciudad.

Él estaba agachado en una posición felina mirando hacia un coyote. Saltó sobre el pobre animal. Y luego insertó sus dientes en el cuello. Succionó su elixir. pero se detuvo en cuanto escucho mis sollozos.

Yo estaba temblando. Y el me miraba hermoso y terrorífico como siempre. Dio un paso hacia mí. Pero yo grité y me desmayé.

Desperté en el sillón. Blanco del departamento. Segura de que la travesía en el desierto no había sido un sueño, había sido real.
Pero él no estaba acá.

Pasó media hora y él llegó. Con el rostro asustado y cauteloso. Me vio sentada en el sillón. Petrificada como estaba.

— Desapareciste. —me dijo con voz temblorosa. — ¿Cómo... por qué...dime que eres?
— Yo soy algo raro sin dudas. Es verdad desaparecí. —dije tranquila. Mirándolo seriamente a los ojos. —pero tú... tú eres una bestia, un monstruo ¿Como hiciste para saltar de esa manera? ¿Por qué mataste a ese coyote? ¿Y bebiste su sangre? Eres un maldito vampiro ¿acaso? No tienes que actuar tan incivilizadamente.
— Bella... has dicho lo correcto.
— ¡¿Qué?! Tu eres un menstruó que se cree vampiro. Es ¿eso?
— Si, pero al revez. Soy un Vampiro que se cree monstruo.
— ¡¿Ah?! —lo miré. Hablaba en serio, lo veía en sus ojos sinceros. Edward era un vampiro. Pero ¿por qué me sorprendía si yo desaparecía?
— Ahora dime que eres tú... me muero de la curiosidad.

Edward:

Ella no contestaba... esperé.

— ¡Dime! —la apuré.
— ¡No! ¡dime tú! ¡¿QUÉ ERES EDWARD?!
— ¡YA TE LO DIJE!
— ¡NO TE CREÓ!
— ¡CRELO! ¡SOY UN MALDITO VAMPIRO! —ella empezó a mover su cabeza y dejó de respirar, se agito bruscamente, y lagrimas corrían por sus ojos y mejillas, quise abrazarla, pero ella se apartó innecesariamente, gritando de miedo. Nunca había visto tanto terror en unos ojos tan hermosos.

Pero eso fue trascendente, porque empezó a desvanecerse nuevamente. Cuando desapareció completamente sonó mi móvil.

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