miércoles, 8 de abril de 2009

Nueva historia, es la 3ª, seguiré posteando las otras de todos modos.


El misterio es Cuestión del Destino

Alice:

— Rose ¿terminaste de guardar lo creyones? Tu tía Isabella llegara en cualquier momento— claro si no llegaba tarde, como siempre, nunca tiene tiempo para si misma, solo para su trabajo, la abogacía la consumía a más no poder.
— Ya casi mami. — en ese momento me sonó el celular, atendí.
— ¿Diga? —Hola Hermanita— Hola Esme— ¿Cómo estas? ¿ya llego Isabella? — no, aún no, tu vendrás ¿cierto? —Si, claro es mas abre la puerta por favor. — en ese momento toco el timbre, que raro, ella con sus bromas inocentes.
— Oh! ¡Esme! Que graciosa.
— ¡Hola tía! ¿que me trajiste? ¡regalito, regalito!
— Oh mi cielo, no te traje nada—entonces Rosalie dejo de abrazarla, que consentida que era.
— Rose no puedes pretender que el mundo te sirva como esclavo. —la reprimí. Pero ella era muy pequeña para entenderme.
— ¡Mala tía!

Servimos la mesa, y esperamos un rato más, pero Isabella no llegaba. Entonces la llamé, ya muy enfadada.

— ¡Isabella! ¡No puedo creer que nos hagas esto, es mi cumpleaños!
— ¿Que? Oh, Alice, no empieces con lo mismo de nuevo…
— ¡Si Isabella, no puedo creer que lo olvidaras!
— ¡No lo olvidé! Es solo que estoy en la corte, y no puedo irme hasta terminar mi caso, el juez nos ha dado una pausa, no puedo salir.
— No puede ser que pongas tu trabajo por encima de tu familia.
— No lo hago, pero mi trabajo es mi vida. No tengo nada más por lo que luchar Alice.
— Entonces es momento de que eso cambie. Tienes que encontrar un nuevo significado para tu vida, si me quieres Isabella si quieres a Esme, y a Rose, haznos un favor, y encuentra ese alguien que le de un sabor distinto a tu amarga vida de trabajo. Esa es tu misión y si nos quieres tendrás que cumplirla.

Isabella:

No podía creerlo, con la edad que tenía y Alice osaba reprimirme. En sima me corta la muy descarada.
Pero bueno talvez tiene razón.
Ya era hora de que volviera a las mesas del jurado.

— Oh Isabella casi llega tarde ¿Dónde estabas?
— Alice, es su cumpleaños, y no podré estar, ella esta muy ofendida Carlisle.
— Ahh, ya veo, ella es una de tus hermanas ¿no?
— Si, y ahora me acaba de poner una condición para mi vida.
— ¿Condición? —el río con esa carcajada fastidiosa que siempre me hacía— bueno y ¿cual es esa condición?
— Tengo que encontrar algo que me cambie la vida que llevo, un “nuevo sentido”. —volvió a reír. —no es gracioso— le dije haciendo un mohín.
— Bueno, lo siento, pero creo que ella quiere que te pongas de novia o algo así.
— Si es eso, estoy segura.
— Bueno la verdad es… que tiene razón, pues hace mucho que no… tú sabes…
— ¡¿Cómo estas tan seguro?!
— Sino me habrías contado, soy tu amigo ¿o no?
— Si pero…—TOC- TOC- TOC
— Orden en la sala. —dijo el juez.
— Luego veraz, de esta no te salvas. — le dije en susurros a carlisle.

Al terminar el juicio que por cierto lo ganamos, salimos a un café al que siempre íbamos, uno de los más bellos de New York.

— Adelante señorita—nos atendió el mesero— ¿la misma mesa de siempre?
— Si por favor. Carlisle, no puedes decir que yo no tengo vida social, porque si la tengo.
— Si claro—dijo irónicamente. —yo, ¿y quien más? ¿tus clientes?
— No, voy a fiestas…
— Si con migo.
— Pero… bueno lo admito, hace años que no me doy un espacio para mi. Pero que importa, mira el puesto en el que estoy a los veinticinco años, y todo por merito mió, tengo un sueldo que me sobra y…
— Y no lo compartes con nadie.
— Tu tampoco. ¡estas sólo!
— Si, pero yo si deseo tener a alguien ¡señorita sueldo! Y mi hijo Emmett si cuenta como alguien para compartirlo, por más que tenga siete años, no sabes como come.
— Bueno y que propones, no tengo tiempo para salir y buscar chicos.
— Bien pues empezar, tienes que empezar… algún día, ¿que tal hoy?
— ¿Qué? No iré a bailar con tigo, sabes que no me gusta bailar…
— No, Isabella, ya se que no te gusta. Pero esta noche llega un amigo mió que no veo hace muchos años, viene a vivir acá porque le ofrecieron un mejor sueldo como Medico Cardiólogo.
— No quiero relaciones serias Carlisle.
— Vamos, al menos inténtalo. —le sonó el celular, el atendió y se puso a hablar

Un amigo de un amigo, que interesante, mi mente no podía estar pendiente de otra persona que no sea yo. Además mañana mismo tenía que empezar con mi proyecto de ley para que a las personas que quedan en coma no se las desconecte nunca y mueran naturalmente.

— Bien pues ya tienes una cita para esta noche. —me dijo Carlisle al cortar.
— ¿Qué?
— Si acabo de hablar con mi amigo. Esta noche tienes que venir a mi departamento, el te esperara allí, se queda con migo hasta que consiga departamento.
— ¿Qué?
— Oh! Isabella, ya debo irme, no lo olvides, esta noche a las ocho y media en mi casa. Ve muy sexy. —me dijo sonriendo mientras se levantaba de la mesa. — a dios.
— ¿Qué?

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