sábado, 4 de abril de 2009

"El tiempo no es un Problema" 1ª parte


El Tiempo No Es Un Problema

En 1935:


Yo estaba en la playa de La Push, agachado entre las rocas frente al mar, observando unos peces que habían quedado atrapados en un pequeño estanque de no mas de cincuenta centímetros de profundidad, que había formado el mismo Océano.
Vi mi reflejo en el agua, era el de un niño pequeño de seis años, con ojos verdes y cabello claro y desordenado.

— Debo estar soñando— me dije a mi mismo, sabiendo que esto ya había pasado en 1924. también sabia que iba a ocurrir ahora, pero no pude evitarlo.

Alguien gritó “Edward”, y me empujo al pequeño estanque.

— Ah!! JACOB!! —le grite a mi amigo mientras el se destornillaba de la risa—¡Enano maldito!
— ¡Caíste de nuevo Eddy!
— ¡Ja! No, tú me empujaste —salí del agua todo mojado— ¡ahora veras cuando te atrape Jake! —le dije fingiendo una risa macabra.
Lo empecé a corretear por toda la arena, y como yo era mas rápido, no me costo alcanzarle. Me le arroje encima.


— ¡Ahh! Jajá jajá... —le estaba haciendo cosquilla—¡no! Basta, basta... no pu...no puedo respirar—dijo entre risas y jadeos.
— No volverás a molestar ¿verdad Jacob bebé?
— No... jajá jajá.... no soy bebe...

Entonces un ardor irremediable y mortífero comenzó a quemar mi corazón. Ahora lo recordaba, yo no estaba durmiendo, estaba sufriendo, y agonizando.
Grite desgarrando mi garganta por la desesperación que me infringía ese fuego que recorría mis venas. Se fue intensificando hasta acumular toda su energía en mi pecho, y se extendió hacia todo mi cuerpo hasta las puntas lentamente, aun mas caliente, aun mas doloroso. Prefería morir antes que seguir sufriendo.
Entonces desapareció, sin dejar mas rastros que el recuerdo. Pude recuperar mis otros sentidos, mi oído, mi olfato, la vista. Todos funcionaban a la perfección, inclusive se habían agudizado en un cien por ciento. Mucho mejor que antes, Antes... pensé, me pare rápidamente provocando que tres personas se volvieran a mí y me rodearan.
Una mujer de una belleza inhumana, de gestos cálidos y cariñosos me sonrió para tranquilizarme, me tomo los hombros con suavidad.

— Bienvenido Edward— que voz tan angelical.
— Entonces ¿es cierto todo lo que me dijeron? ¿lo de los... vampiros? — mi voz había cambiado, ahora era mucho mas atractiva. Recordé lo que me habían contado mientras agonizaba, y luego había empezado a delirar con Jacob mi amigo de la infancia— ¿no podré acercarme nunca más a Jac... a los humanos?
— No, lo lamento, pero ya te hemos explicado, que no, al menos por un año— me contesto el rubio alto.
— Pero yo los he visto a ustedes con humanos, cuando yo aún lo era.
— Eso es porque somos diferentes, tenemos autocontrol, tal es así, que somos “vegetarianos” —rieron los tres— chiste interno, no nos alimentamos de humanos, bebemos sangre animal. Ya sabes, vendaos,...
— ¡Osos! —grito el grandulón— mi favorito, tienes que probarlos veras es...
— Emmett, luego será hora de divertirse, primero él debe hacer la elección.
— ¿Qué elección?
— Seguir nuestra dieta y normas, que son un tanto pacifistas, o ser un nómada que se las arregla con sus medios, y ser... bueno ya debes suponer... las películas y... —la bella mujer vacilaba.
— Un acecino—le espete fríamente— claro que no quiero eso, no seré un monstruo.



En el 2009:


Allí venia de nuevo, cantando y saltando para variar, seguro a insistir para que nos fuéramos. Yo estaba en mi “suite” en el hotel “Sheraton”, un lujo innecesario. Alice mi hermana melliza venia por el pasillo, danzando. Como no iba a oírla.

— no Alice, aun no estoy lista—susurre, ella podía oírme también, hastiada por su fastidiosa insistencia—en diez segundos lo estaré.
— Lo sé, siempre lo sé. — entró y se apoyó en la puerta observándome ansiosa. Era hermosa, ¿como no?, un poco mas baja que yo, con un cabello castaño y corto, y unos ojos, que antes eran color chocolate, ahora eran de un ámbar intenso. Igual que los míos y los de Rose, nuestra hermana mayor.
Empecé a seleccionar libros y CDs., mis pertenencias más preciadas, pero ¿cuales llevar? No podía llevarlos todos, esto no era un viaje de mudanza, era para recorrer el mundo.
— No puedes cargar con todo Bella.
— Ya lo se Alice, pero claro, tú si puedes llevar kilos y kilos de ropa ¿no? — ella era una fanática de la moda.
— Sí. Sobre todo porque me encargo de Rosalie y tú.
— ¡Oh que injusto! Además acá no tengo ni la mitad de mi colección completa. El resto se que do en Canadá en ese pueblucho— que esta nublado de por vida, la gente no debía vernos brillar cuando el sol tocaba nuestra piel, nosotras no éramos precisamente normales.
— Mmm... adelante Carlisle— él no estaba ni cerca, pero a ella le encantaba fanfarronear su capacidad de ver el futuro.
Emití un gruñido para hacer ver mi idiotez. No quería irme de Miami. Era la ciudad más divertida en la que había estado, sobre todo de noche.
Mis dos hermanas y yo salíamos a bailar a las fiestas mas exclusivas y rompíamos corazones por doquier, las tres éramos bellísimas, pero la mas hermosa era Rose. Atractivas hasta en lo mas ínfimo.
Y de día disfrutábamos de una playa privada, nosotras solas, con Carlisle claro.

— Bella, ya veras que será divertido, también saldremos por las noches, se lo mucho que te gusta bailar— me intentaba convencer mi hermana.
— Si no vas será una pena, no sabes de lo que te pierdes. —dijo Carlisle al entrar— el mundo esta lleno de misterios y cosas interesantes para aprender Bella. Créeme. Ese es uno de los motivos por los que me gusta ser eterno, el tiempo no es un problema.

Él y sus sabias palabras, era un gran tutor, no era mi padre biológico, pero se acercaba mucho a lo que un padre debía ser.
Nuestros padres habían muerto hacia dos años, en un accidente de autos, en el que mis hermanas y yo habíamos sufrido grandes daños, estábamos en terapia intensiva. Yo era la de peor estado, estaba a punto de morir, convulsionaba y tenia un frente de paro cardiorrespiratorio, cuando un dolor aun mayor, una quemazón, comenzó. Era mejor no recordarlo.
Carlisle Cullen, el doctor que nos salvo en el hospital de Phoenix, ahora cuidaba de nosotras, cumpliendo su anhelo de ser padre. Los cuatro éramos felices.
Después de ocho meses ellas y yo, podíamos controlar nuestros instintos asesinos y privarnos de la tentación. Terminamos la secundaria, estudiamos, en Canadá. Nos rodeamos de humanos, sin problemas, pues no éramos vampiros normales, no nuestra familia, bebíamos sangre animal, solo para mantenernos satisfechos.
Ahora estábamos finalizando las vacaciones, y emprenderíamos un viaje para aprender de otras culturas y sus idiomas, idea de Carlisle. Ya no podíamos volver a Canadá, notarían que no cambiábamos físicamente con el paso de los años.
Este sería un viaje de tres meses nada más, así como nos movamos rápido, también aprendíamos rápido. Que lindo es ser vampiro, a veces. Mientras tanto Carlisle se encargaría de la construcción y mudanza de la nueva casa, en un pueblo desabrido y lluvioso, Forks, en USA.

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