viernes, 17 de abril de 2009

El Misterio es cuestión del Destino- Parte 7


Este capitulo se lo dedico a mi Amiga Mariana!! que es adorable, y es la mismisima mariana de la historia que escribo,,, El tiempo no es un Problema!! esa misma!!!!


—¿Diga? “Doctor Masen, hay una emergencia. Una paciente está teniendo un paro cardiorrespiratorio.”Ahora voy.

Isabella:

Él era una bestia, la más hermosa que vi jamás. Y su rostro acongojado y desesperado me quedó grabado en la memoria, de ver como él me miraba a mi. Mientras me iba desvaneciendo.

Mis sentidos se intensificaron como nunca. Hacía mucho que no me sentía tan perceptiva. Como había olvidado todo, no se que me había ocurrido, pero mi cuerpo se agitaba pidiendo aire. Entonces recordé a Carlisle, mi amigo, el de Edward. y su bello hijo Emmett. Mis hermanas, Alice y Esme, y la pequeña Rosalie. Toda mi familia. Donde se encontraban ahora ¿Sabrían ellos que me estaba asfixiando? No, no sabía ni yo donde estaba.

Pero no estaba tardando. Me ahogaba en un mar negro. Hacía fuerza para respirar. Pero nada de aire entraba.

Mis sentidos seguían alerta. Y detectaron unas manos frías levantarme en vilo. Y una corriente de aire en mi cabello, intente respirar, sabía que había aire. Pero este no quería entrar. Ya no duraría mucho más sin oxígeno.

Abrí mis ojos un segundo. Y eso basto para que un brillo me segara, y no me dejara ver nada más que su luz, y la del caliente Sol que me quemaba, y me quemaba mucho. El desierto se desvaneció en mis pies. Y las punzadas de dolor calcinante se extendieron por todo el cuerpo. Como si alguien estuviera inyectándome lava ardiente en las venas.

Un desgarrador grito de agonía traspasó mi garganta. Y escuché a la voz del ángel, que me sostenía, decirme que ya se pasaría. Pero solo podía deducir que debía estar yendo al infierno, ¿de donde más estaría saliendo tanto ardor si nó?

Más gritos, que yo emitía, eso me permitió respirar por fin. Pero el aire quemó mi garganta y mi nariz, también los pulmones. Decidí no respirar más y ahorrar agonía. Deseaba que se terminara... quería morir.

La eterna desesperación seguía cantando, con la más dulce voz. La de mi ángel. Que ciertamente era igual a la de Edward. esa persona que me había obsesionado. Ese vampiro, que me aterrorizaba. Pero tanto, tanto me gustaba. No quería admitirlo. Ya estaba rota. Los desamores de mi adolescencia dejaban marcas incurables.

Pero él no parecía peligroso la verdad. Ahora entendía tantos nombres y tanto misterio. Pensar en Edward me ayudó a distraerme del dolor. Y nuevas fragancias me inundaron los pulmones. Escuchaba una respiración agitada junto a mi oído. Y un contacto cálido me rodeaba. El sufrimiento se desvaneció. Pero no mis pensamientos sobre Edward. Sus ojos color miel, su blanca y brillante piel. Sus movimientos delicados. Y su porte tan apuesto. Su cabello que se agitaba cada vez que me negaba con la cabeza. Sus dientes relucientes, que sonreían al decirme “Bella” burlescamente...Edward...Edward...

No hay comentarios:

Publicar un comentario