jueves, 18 de junio de 2009

EL TIEMPO NO ES UN PROBLEMA -CAPITULO x (ya no me acuerdo, posteo todo de una!!! Al fin!!!)

— Bueno señores, señoritas. A media noche vino el señor Carlisle a pedirme que cambiara su habitación a una matrimonial. Lo cual desbarató el orden en que antes nos habían pedido las habitaciones. Por lo que tuve que cambiarlas. Y solo me quedan tres matrimoniales más.
— Eso significa ¿que tendremos que ir de a dos? —preguntó Jasper.
— Si... yo lo lamento. Pero el señor Carlisle me dijo que era probable que dos de ustedes no tuvieran problemas para dormir juntos. —continuó mirándonos a Edward y a mi. Ahora entendía por que él había empezado a reír.
— A claro, no creo que haya problemas ¿verdad? —dije mirando a todos con una sonrisa malévola.
— Bueno por eso designé así las habitaciones. —y nos entregó las llaves. Rose y Alice por un lado y Jasper con Emmett por otro.
— De acuerdo, que descansen. — dije. Tomé a Edward de la mano y tiré de él hasta el ascensor. Subimos y detrás venían Jasper Emmett y Rosalie con el semblante de alguien típicamente malhumorado. Pero Alice traía la sonrisa triunfante.
— Ni creas que dormiré con tigo Barbie. —le quitó la llave a mi hermana mayor y se la dio a Jasper. Entregándole a ella la de éste. —pienso tener la noche más Romántica del mundo. —todos reímos.
— ¡Jamás nos ganarían Alice! —dijo Rosalie sonriendo con suficiencia.
— ¿Eso es un reto? —preguntó Jasper.
— Claro, que lo es. —contestó Emmett.
— De acuerdo, ¿quién será el juez en esto? —preguntó Alice. —porque yo no veo a ninguno.
— Entonces el que pase más tiempo, o sea el que este más tiempo en esta noche acalorada. Y nadie podrá hacer trampas, porque Edward y Alice lo sabrían. —sentenció Jasper. —el que pierda tiene que tener una abstinencia al sexo. Una semana. —tendió su mano a Emmett.
— Trato hecho... ¿Se unen? —nos preguntó Emmett a mi y a Edward.
— Se que te ganaría Emmett pero no necesito probártelo. —contestó Edward, lo que me alivió pues no quería arriesgarme.
— ¡Alto! —dijo Rosalie—Bella no dio opinión.
— Si la dio, mentalmente, Edward ha leído lo que ella quiere. —la contradijo Emmett. Miré a mi amado, y con mis ojos le pregunté si ellos necesitaban enterarse de la verdad, que él no leía mi mente, ni por asomo.
— Ah... la verdad es que no se que es lo que opina Bella—dijo Edward. —pues su mente me bloquea, yo no puedo leerla.
— ¡Wow! —exclamaron los cuatro sorprendidos.
— Bella tienes un poder tipo escudo. —dijo Alice.
— ¿Enserio? —pregunté sorprendida, ¿yo un poder quien lo diría?
— Si, también bloqueas otras cosas... en el futuro te enteraras. Solo te veo afirmando mis conclusiones de hoy.
— Ammm... —rezongué— odio tus visiones imprecisas.
— Si eso también lo se— Se rió mi melliza.

Salimos del ascensor los seis e inmediatamente oímos los besos , arrumacos, y apasionadas palabras que Esme y Carlisle se dedicaban. Todos nos quedamos pasmados.

— Con que ese es el motivo por el cual cambiaron las habitaciones... —dijo Emmett, riendo en voz baja..
— Shh... no interrumpamos más, cada uno a su cuarto ¡ahora! —les ordené a velocidad vampirica y a ultrasonido.

Nos fuimos con Edward a nuestra habitación. Entramos, y quedé alucinada.
Esta era mucho más fina, y romántica, que la anterior. Mis cosas ya estaban al pie de la cama.

— Carlisle realmente me conoce—murmuré. Edward empezó a reír—¿que es lo gracioso? —pregunté volteándome, y lo vi con toda la gracia y belleza que lo caracterizaba. Sonreía con unos ojos picaros, y se sujetaba sus costados.
— Lo... lo siento, es... es solo que Jasper... ¡Jajaja! —lo miré enfadada, quería saber que pasaba. Me tenté y comencé a reír. —Jasper, siente toda la pasión que Carlisle y Esme desprenden, y le es difícil resistirse...Oh—lo miré y empezó a reír más fuerte.
— ¡Espero que realmente lo estés disfrutando Edward! —escuché de la habitación de al lado, era Jasper, enfadado.
— Ven vamos nos de acá... —Edward me tomó de la mano. Pero yo le detuve.
— ¿Pretendes que salgamos así vestidos a las siete de la mañana? —se quedó mirándome, con ojos de deseo.
— A mi me encanta verte así vestida, estas realmente preciosa. —sonreí.
— Aguarda ¿si? —tomé mi valija y corrí al baño. —tu también deberías hacer lo mismo. —tomé unos pantalones de jeans negros una camisa color dorada, y unas botas negras altas. Me vestí como un rayo. —ya puedo salir Edward.
— Pues si quieres verme si camisa... Oh ya es tarde lo siento... —salí y estaba riendo nuevamente, me miró con sus labios en una mueca torcida y simpática. —pues vamos, así te cuento lo que ocurrió. —bajamos a recepción y estábamos a punto de salir cuando...

— ¿Ya se van? ¿Sin descansar? —era el portero que nos había atendido hacía unos minutos.
— Es solo, que queremos aprovechar la mañana. —dije segura, para que no notara nuestro innecesario descanso. Caminamos por la avenida mas bella que Londres podía regalarnos, tomados de la mano, viéndonos el uno al otro. Mientras las nubes nos cubrían, y la cálida brisa nos acariciaba. —¿Qué ocurrió con Jazz?
— Omm.. ¡¡Jajaja!! Pues bien, sintió las emociones, las cuales le afectaron a el también. Luego Emmett y Rosalie no se quedaron atrás, y Jasper comenzó a explotar por dentro. Y dudaba en si besar nuevamente a Alice, él es muy caballero ya sabes anticuado, pero tanto dudar la pequeña Alice no sabía que iba a ser del futuro de Jasper y ella, entonces tampoco tomaba las decisiones, ella también quería abalanzar se le a Jasper.
— Bueno, pero al final ninguno resistió, y... —hice una mueca—bueno ambos los escuchamos.
— ¿Quién crees que gane la apuesta? —preguntó Edward.
— No sé, y tampoco me importa mucho. —me acerqué y le besé tiernamente. —solo tú ahora.


Jacob:

El tiempo pasaba, y el rastro de vampiro que habíamos detectado, de ocho para variar, había desaparecido. Nunca más volvieron a Forks, ni La Push. Por lo que nos relajamos, pero no tanto.
Estábamos toda mi manada y la familia junta, disfrutando del más delicioso pollo a la parrilla. Hecho por mi.

— Esto esta genial Jacob. — dijo Leha, luego de zambullirse, como buena loba, un muslo entero.
— [i]De-initi-amen-e[/i]— Dijo Sam con la boca llena de comida.

La imagen de Mariana con Seth era empalagadoramente amorosa. Pero se los veía de lo más feliz. Excepto por ella. La escuche sollozar un rato, y ver como Seth la consolaba. Me acerqué a ella y posé mi mano en su hombro.

— ¿Qué ocurre Mary? —le pregunté. Ella me miró y sollozo nuevamente, Seth contestó por ella.
— Bueno, ella había hecho tres amigas nuevas y maravillosas en Forks, en el instituto, y dice que las vio por ultima vez, el día que bueno... ya sabes, la salvamos... —si ella sabía de los vampiros también— y simplemente no pudo contactarlas, y ellas jamás se despidieron.
— Oh... eso es una pena, pero piensa que realmente han tenido un muy buen motivo para hacerlo. Es probable que tuvieran problemas personales.
— Eso es lo que Seth intenta decirme. —él la abrazó. Y supe que no podía hacer nada por ella.

Termino el almuerzo fantásticamente, Sue la mamá de Seth y Leha, había tomado la verdad de su familia sin problemas, Harry su esposo, no había tolerado más ocultarle cosas, y confesó la verdad de sus hijos.

Durante la tarde pasee solo por la playa, unos muchachos jugaban tranquilos, sin responsabilidades de más, todo en sus vidas era absolutamente, normal.

Imaginé a Edward y a mi entre ellos, como solíamos hacer con Sam Quil y Embry, cuando aún ninguno de nosotros había entrado en fase. Éramos los mejores amigos.
Eso era algo para añorar... si, lo era.

[b]Comencé a caer en la cuenta, de que mi vida, si bien estaba llena de gente que me quería, y de personas que me amaban, en parte la mitad de mi no estaba... se la había llevado el tiempo ¿Quién dijo que el tiempo no es un problema, cuando eres eterno? El tiempo no suponía un problema, pero si una tortura, a medida que vas viendo como se te escapan de las manos todas las joyas que guardas en tu corazón, el tiempo las arrebataba sin piedad.
Al menos lo hacía de forma natural, no como yo, que nunca debí haber existido, soy algo anormal, pero a los demás se los llevan los accidentes, enfermedades, o la simple vejez.[b]

Era cierto, seré siempre eterno, y sin nadie con quien compartirlo, sin mi Hermano del alma, y sin una amada alma gemela.

La fría arena reflejaba el lejano crepúsculo, dando por finalizado mis eternos dieciséis años. Eso podía cambiarse, era simple, no era inmortal.

Pensamientos suicidas eran característicos de mi a estas horas de la tarde. Pero prometí a mi viejo, y casi al borde de la muerte, padre nunca provocar mi muerte, innecesariamente.

[b]Flash back:

Me encontraba al borde del colapso, estaba al norte de México, volviendo a Casa, luego de haber recorrido el mundo, buscándole. Sin respuestas. Había obligado a mi manada dejarme tranquilo, eso no era justo, y lo sabía, pero no merecían sufrir mi tortura.
Yo solo tenía la imagen grabada del gentil rostro de mi amigo, a quien había ofendido, y abandonado, probablemente en el momento en que más nos necesitábamos el uno al otro.
No culpaba a nadie más que a mi, él se había ido, con buenos motivos, yo era un peligro, y por sus palabras al llamarme por ultima vez, supe que Edward había adivinado que yo era un riesgo inminente.

Corría por la árida arena de California, cuando Quil entró en fase. Detecté en sus pensamientos que él sólo quería corroborar que yo no me hubiera suicidado.
Luego me abandonó nuevamente. Estaba a punto de entrar en Olimpia, cuando los nervios, desesperación, ansias, dolor, odio a mi mismo y absoluta desesperanza me invadieron, viendo a la muerte como una salida excelente. Escuché como se quebraba mi alma una vez más, solo por querer encontrar a mi amigo.

Tomé impulso y corrí hacia los riscos, Quil se conectó una vez más, descubriendo mi plan.

[i] ¡NO! ¡NO JACOB!
[/i] Gritó en su mente. Pero mis patas no se detuvieron, y seguí rumbo a la muerte.
El resto de la manada se unió, todos gritando desesperados. Entonces sin que nadie me diera previo aviso, vi a Edward quien miraba a los ojos de todos los lobos gritando por mi, gritando que fuera lo que fuera que estuviera a punto de hacer, lo dejara y volviera a La Push junto a él, quien había vuelto para perdonarme.
Él estaba con mi familia, en casa, y tenía que volver. Todo pensamiento suicida desapareció, y el júbilo me invadió, junto con la adrenalina.
Mis hermanos salieron de fase. Y ya solo faltaban dos horas y estaría en casa, quizás menos tiempo, visto que nunca corrí tan rápido.
Llegué, y grité su nombre buscándolo. Pero los fuertes brazos de todos mis hermanos me tomaron.

— ¡Shh! Jake, calla—era Quil, con su mano me condujo a la habitación de mi padre ¿Qué ocurría, estaba allí Edward? pero solo estaba mi padre, en un grave estado de salud.
— ¿Qué ocurrió Papá? —pude decir en voz baja. Pero el dormía. — Quil... —lo miré y vi la pena reflejada en su rostro.
— Su cáncer está empeorando Jake. —me dijo. —déjalo descansar.
— Claro, ustedes vallan, yo me quedaré con él. —me senté suavemente en su cama. Y le observé.

Como podía ser que hacía unos minutos yo había estado pensando en suicidarme. Eso era egoísta de mi parte. Tenía responsabilidades, y una de ellas era mi padre.
Tomé su fría mano. Y el notó el cálido contacto.

— ¿Embry? ¿Eres tu?
— No Papá, soy yo, Jacob.
— Oh... —abrió los ojos, y comenzó a llorar. — Jacob hijo... gracias al cielo...
— Tranquilo papá... estoy acá, no cometeré más locuras. —lo abracé, y el sollozó.
— Hijo, buen susto me has dado.
— Perdona me.
— Siempre Jacob. —nos miramos por largo rato. —Hijo... prométeme algo.
— Lo que sea papá.
— Nunca dejes que la tristeza controle tu vida, y nunca dejes que algo o alguien, tome tu vida sin un motivo noble.
— Lo prometo Papá.
Fin Flash Back[/b]

Luego de eso, me quedó más que claro que Edward nunca había gritado por mí, ni había vuelto. Mis hermanos me habían logrado engañar, para protegerme, se los agradecí.
Yo les debía mucho. Y nunca logré superar la tristeza, por lo cual, jamás pude cumplir una parte de mi promesa, no dejar que esta gobernara mi vida.

Edward:
La apuesta la ganaron Carlisle y Esme, sin darse cuenta. Pero de todos modos, Emmett y Rosalie fueron los primeros en abandonar.
Por lo que Jasper y Alice, se auto-declararon campeones.
Estuvieron tres semanas. Por lo que Bella y yo, que aún no nos sentíamos listos para dar un paso más, nos dedicamos a tramitar. Buscamos una casa inmensa... y preciosa. Trajimos el piano de Bella y los autos de todos. Juntos decoramos la casa.
Ver la arreglar nuestro futuro recinto era hermoso. Ella era hermosa. Cada detalle, cada trina que me hacía escuchar, cada pieza de música que ella tocara, cada segundo a su lado, todo. Y lo más hermoso era que no necesitábamos de lo físico para sentir y profesarnos amor.

Cuando habían pasado dos semanas desde que nos mudamos me decidí a hablar con ella. Hacía días que quería hacerlo.

Estábamos recostados en el sofá de nuestra habitación. Y reímos un rato, hasta que decidí preguntarle.

— Bella, ¿Qué ocurre? ¿Hay algo mal en mí?
— ¿Por qué dices eso Edward?
— Pues... tienes el semblante triste, y no sé que hacer para ayudarte.
— Oh.. créeme, no sé como ayudarme ni siquiera yo misma.
— Pero... es por ¿Mariana?
— Mmm... en parte lo es, eso fue la gota que colmó el vaso. —desde hace años vengo perdiendo a mis seres queridos, y a mi me cuesta superarlo.
— Bella, lo siento... sabes que te entiendo ¿Verdad?
— Si... solo dame tiempo. Prometo reponerme.
— No lo hagas... yo llevo 74 años diciendo que lo haré, y aún no lo consigo. —me abrazó más fuerte. Y apoyo su rostro en mi cuello.
— Te quiero Edward—me susurró.
— Y yo a ti.

No podía quejarme... pero le entendía y muy bien...

[b]Comencé a caer en la cuenta, de que mi vida, si bien estaba llena de gente que me quería, y de personas que me amaban, en parte la mitad de mi no estaba... se la había llevado el tiempo ¿Quién dijo que el tiempo no es un problema, cuando eres eterno? El tiempo no suponía un problema, pero si una tortura, a medida que vas viendo como se te escapan de las manos todas las joyas que guardas en tu corazón, el tiempo las arrebataba sin piedad.
Al menos lo hacía de forma natural, no como yo, que nunca debí haber existido, soy algo anormal, pero a los demás se los llevan los accidentes, enfermedades, o la simple vejez.[b]

Yo hubiera preferido nunca desafiar la muerte, y buscar Jacob por el resto de mi vida. Pero para cuando yo pude controlar mi sed ya habían pasado seis años, y él ya debía de tener una vida armada y todo.

Bella:

Mi madre, mi padre... y luego Mariana... esa pequeña chica, tan delicada, y cariñosa que se había ganado mi corazón. Ya no estaba, y era mi culpa. James era el ser más aborrecible del mundo... pero yo la había dejado morir, desprotegiendola.

Como podía sentirme tan bien en los brazos de Edward, cuando yo debía estar en Forks, acompañando a su familia, haciéndome cargo de lo que había provocado.
Mi sentimiento de culpa siempre me acompañaría...

Jacob:

— Hola, Jacob—dijo Harry, el padre de Seth y Leha, al entrar en mi casa.
— ¿Qué tal Harry?
— Bien... venía a comentarte que vendrán mis sobrinas.
— Oh... que bueno ¿De donde son? —pregunté.
— Ellas son de Florida, pero viven desde pequeñas en Inglaterra, Londres. Y ahora su madre... —le vi rodar una lagrima. Me acerqué velozmente y le abrace fraternalmente. Sollozó un poco. —bueno mi hermana... siempre las crió ella sola. El padre murió por una enfermedad.
— Harry ven, siéntate. — le ofrecí. Luego fui a prepararle un te.
— Bueno mi hermana murió hace dos días. Y ellas quedaron solas... fue un terrible acontecimiento sabes. Unos asaltantes, la tomaron... y la mataron al no quedar satisfechos con el poco dinero que ella llevaba encima.
— Lo lamento mucho Harry.
— Si, yo también.
— Y tus sobrinas ¿Se quedaran a vivir acá?
— Si, eso supongo. Soy su único familiar. Y el juez lo ha decidido así.
— Bueno, no te preocupes, acá tendrán toda una familia para cuidarlas. Las haremos sentir en casa, y yo veré que no se depriman.
— Gracias hijo, eres un gran chico, a pesar de todas tus dolencias.
— Gracias Harry, tu has sido mi amigo, mi hermano, mi padre y todo.
— Tu nunca envejeces, no es mi culpa. —reímos un rato.
— Si necesitas dinero, o algún lugar para que ellas se queden solo pídemelo. —cuando pasan los años el dinero suele acumularse. — si quieres mándame a Seth aquí. Así tendrán más comodidad en tu casa.
— Mmm... no es mala idea. Veré que hago con ese perro. —Rió un rato más.

Pasó un día más, y las sobrinas de Harry vendrían en unas horas. Yo puse a disposición mis dos autos, para que la familia de Harry, fuera por ellas, los acompañe con Seth y Leha en el otro auto.

Llegamos al aeropuerto de Port Angeles. Y al llegar su avión las vi bajar.
Una aparentaba tener 17 años, de cabello castaño y con bucles, y unos ojos color pardo hermosos. Facciones definidas, y una figura esbelta, bastante alta, para ser mujer. Ella sonrió al ver a su prima Leha, y corrió a saludarla.

Su hermana, solo caminó lentamente hacia sus tíos, y se cubrió con ellos, dejándome ver solo que era más baja, pero no tanto. Con cabello oscuro, y enrulado, y nada más.
— Este es Jacob—nos presentó Seth— Ella es Angelina.
— Un placer—le tendí mi mano, la suya estaba hirviendo, tanto como la mía. —dime... dime Jake.
— Ok, tu dime Angie. —sonrió tímidamente.

Harry y Sue se fueron con la prima menor, dejándome con mis amigos y su Prima mayor.

Tomamos la maletas y fuimos al auto. Pasó media hora y llegamos a casa de los Clearweter.

— Bueno, yo creo que me voy Harry.
— De acuerdo Jacob, muchas gracias.
— Jake, aguarda. —era Leha.
— ¿Si?
— ¿por qué no te quedas un rato? Y vamos a llevar a las chicas a conocer el pueblo o lo que sea.
— Mmm... claro, diles, y vamos a dar una vuelta a la playa.

Leha no pudo convencer a su Prima menor, pero Angelina si nos acompañó.

— ¿Qué edad tienen tu y tu hermana Angie? —pregunté para romper el hielo.
— Yo 17, y Bianca tiene 14. —contestó.
— Cuéntame algo de Londres ¿Sigue tan increíble como siempre? —yo había ido allí, en mis años de búsqueda de Edward.
— Pues sí, acelerada, ruidosa, fantásticamente hermosa, pero hastiante.
— Mmm... La Push será todo un desafío entonces. —los cuatro reímos mientras caminábamos.

Más tarde nos encontramos con Mariana. Ella se llevó muy bien con Angelina.
Al fin y al cabo deduje que Angie, era la calce de chicas dulces, y abiertas a sociabilizar. No le costaba nada caerle bien a la gente, y a pesar de su pena, su buen humor no desaparecía.

Por la noche Seth vino a dormir a mi casa. Y hablamos un rato antes de dormirnos. Le comente mis sospechas sobre los genes lobunos de su prima, y el se sorprendió.
También le comenté de mi preocupación sobre Bianca, no pretendíamos dejarla deprimirse. Entre los dos planeamos una salida a Port Angeles, a la que Bianca no podía faltar. Iríamos con toda la manada, y Angie incluida. Simplemente para que se conocieran todos. Todo el día fuera, divirtiéndonos haría algo bueno por ellas.

Nos dormimos, pero a eso de las 5 am, sentí el aullido alarmante, y conocido de Leha resonar en las afueras.

— ¡Seth despierta! —le grite, pero no reaccionó. Le pegué una patada en las costillas.
— ¡¿Qué mierda te pasa Jacob?! —dijo amarrándose el costado, y temblando de bronca.
— Muévete idiota, tu hermana nos llama. —corrimos al bosque y entramos en fase, al instante sentí la voz de Leha gritando a Angelina que se detuviera, mientras esta gritaba horrorizada. Ambas corriendo. Las seguimos.

[i]¡NO, CLAA, CALLA! ¡DEJA DE SEGUIRME ANIMAL DEL DEMONIO!

¡Angie, soy Leha, y tu también eres un animal!

¡NO, ¿QUÉ? ESTE NOES MI CUERPO! ¡ESTA COSA NO SOY YO! ¡QUE HORROR!

Angelina, deja de correr, soy Jacob. Cálmate.[/i]

Ella se detuvo, pero nó porque quisiera, solo porque mi orden la obligaba.

Leha nos contó que ella y Angelina estaban hablando hasta tarde en su cuarto, cuando Angelina no soportó más y lloró. Ella la abrazó, y sintió su piel candente. Le pidió que la acompañara fuera, y Angie accedió. Pero comenzó a temblar de bronca, y a golpear un árbol, diciendo que era culpa de ella que su madre estuviera muerta. Y entonces explotó, en el bosque tras la casa de Leha.

— Hiciste bien al sacarla de casa. —le dije a Leha.
— Si gracias, es que lo presentí. Así me sentía yo antes de que me sucediera.
— Bien hecho. —nos miramos, y luego la escuchamos gritar en mi habitación, estaba con Harry, quien le explicaba todo. Le costaba aceptarlo. Volvió a invadirle la ira, y entró en fase. Corrí a la habitación.
— Angie, tranquila, no lastimes a tu tío. — este ultimo estaba acolarrado en la pared, junto a los relucientes y afilados dientes de Angelina. Ella era una loba del tamaño de Leha, bastante más pequeña que yo. Tenía mi altura, aún cuando yo estaba en mi forma humana. Su pelaje castaño claro y los ojos inteligentes. Me miró y tembló más. —Harry, sal, yo le seguiré contando. —él se fue.

Tomé la ropa desgarrada de Angelina, y la deje en un rincón. Busqué en mis cajones una remera y un pantalón para que ella pudiera vestirse.

— Toma, quiero que salgas de fase, y te vistas—me di la vuelta, para dejarle algo de intimidad. La escuché quejarse, y resoplar, pero no lograba salir de fase. —tienes que relajarte para conseguirlo. —le susurré, por fin lo consiguió.
— Lo siento Jacob, pero no puedo... es muy raro.
— Bien, no te preocupes. —le conté todo, la Familia Black, Ephriam, Quil, Uley, y Clearweter. Ella escuchó atenta y fascinada.

Al final se quedó dormida con mis enormes ropas cubriéndola. Se veía abatida. Leha se quedó y Seth también, Harry volvió a casa, para luego ir a trabajar.

— ¡Hola! ¿Qué tal chicos? —saludó Embry entrando a mi casa deliberadamente.
— ¡Shh! — lo callamos los tres a la vez—Esta durmiendo acá al lado—dijo Leha.
— ¿Quien? —susurró.
— Bueno, ahora que se han ausentado pasó de todo Embry—dijo Seth.
— Mmm... cuenten.
— Esperaremos al resto de la manada. —dije seriamente.
— Pero tenemos para horas entonces, porque ya sabes como duermen Sam y Quil.
— De acuerdo. —dije. Y me puse a contarle la historia, él estaba asombrado.

Angelina durmió por el resto de la tarde, y Embry fue a buscar a Sam y Quil, para que conocieran a nuestra nueva integrante. Ella despertó. Y Leha la llevó a su casa para que ella se cambiara, y bañara, tranquilizarla un poco, y de paso pasarle algunos consejillos.
Cuando llegaron los muchachos les invadió la curiosidad.

— ¡Wow! De lujo Jacob. —dijo Sam.
— Si ya lo creo, estoy muy ansioso por conocerla, ose, puede que le guste. —dijo Embry con el egocentrismo que le caracterizaba, siempre tan creído.
— ¡Oh galán, no me cautives hermosura! —me burlé.
— Más respeto, que es a mi a quienes las chicas persiguen en el colegio, no a ti Jake— se defendió.
— Embry, van a ti, porque eres la segunda opción—dijo Quil, burlándose—puesto que Jacob no les presta atención, van con las sobras, y esas eres tu. —todos reímos. Luego escuchamos a tres corazones palpitar. Uno tranquilo, era Leha, la reconocería a leguas. Uno fuerte y rítmico, parecía ser el de Angie, comenzaba a familiarizarme con él. Y otro, muy acelerado, y desordenado.

Bianca:

Sentía todos los nervios a flor de piel, y mi corazón desbaratarse. Como podía estar tan enloquecida por algo tan sencillo como era conocer a los amigos gigantescos de mis primos. Y no tenía mucho apoyo emocional de mi hermana, quien desde la noche anterior se comportaba de una forma extraña, y se alejaba de mi como si temiera tocarme.

Miré a Leha, ella le estaba acariciando la espalda a Angie, y esta miraba con el seño fruncido hacia la casa que teníamos enfrente. Esta era supuestamente del muchacho que había acompañado a mi familia a buscarnos al aeropuerto, no había ni cruzados palabras con él. Y mi hermana no dejaba de hablar de él desde que había vuelto por la tarde, diciendo que era un gran chico, y que sería fabuloso que lo conociera, que tenían muchos más chicos para presentarme, y que si nó lo hacía mandaría una manada de lobos a por mi como amenaza.

Finalmente me convencieron. Hubiera preferido los lobos. En estos instantes pocas fuerzas tenía para caminar, mi madre se las había llevado todas. No comprendía como mi hermana estaba tan lúcida y llena de vida, renovada sin dudas. Pero muy a apartada de mí.

Nos paramos en el porch de la casa, este estaba adornado al estilo cabaña de cuento de hadas, la casa era de ladrillos y madera, muy pintoresca, y podía oler el roble desde donde me encontraba, un dulzor característico de la naturaleza. Pero era demasiado grande como para llamarla cabaña. Era una mansión, por así decirlo.

— ¿Cuántos viven acá además de Jacob? —preguntó Angie, antes de que tocáramos puerta.
— Mmm... solo él, pero normalmente se quedan a dormir los muchachos, vivimos en esta casa, es como nuestro segundo hogar. —contestó antes de entrar, sin siquiera llamar a la puerta. Realmente se tenían confianza. —hola Jake, ¿Chicos? ¿ya volvieron? —grito Leha corriendo a los brazos de los muchacho más gigantescos, y guapos, que hubiera visto jamás. Todos casi tan grandes como Jacob.

Mantuve mi perfil apartada, escondida en la espalda de mi hermana. Quien también estaba intimidada, ¿era demasiado confort para ella también? No lo sabía. Pero se dio la vuelta quedando junto a mí su ceñudo rostro.

— Leha, presenta a tus primas, yo iré por las llaves de los autos, y la billetera, y luego partimos. —así fue como vi por el rabillo del ojo al tal Jacob marcharse.
— Bueno muchachos... esta es Bianca. —dijo poniéndome frente a todos, sus hirvientes manos me tomaron, exponiéndome, como odiaba eso. Nunca me gusto la atención. —mi prima menor. Él es Sam, el más viejo, tiene veinte años.
— Hola Sam—dije tendiéndole mi mano. También la tenía caliente.
— Hola Bianca, bienvenida, y no estoy viejo Leha, solo un poco pasadito de años. —se dirigió a mi prima sonriendo y guiñándole el ojo.
— Mmm... como digas, bien él es Embry, se cree el modelo de todo Washington. —dijo riendo.
— ¿Que tal? —me tendió la mano, también la tenía tibia. — pero dime... ¿soy o no soy un modelo? —me guiñó un ojo haciendo que me sonrojara.
— Oh... no se... mmm... —comencé a reír por lo bajo, hay que tonta, ya me había agarrado la risita nerviosa. Pero la verdad es que estaba buenísimo. — si, estas bien. —finalicé.
— Viste Embry, ella fue amable, pero en realidad no quiere admitir que le das asco. —todos se rieron. Entonces llegó Jacob. Y mi hermana se acercó a él y comenzó a cuchichear nerviosa, la vi temblar, y él le tomó la mano. Iba a acercarme a verla, pero Leha me tomó mas fuerte de la mano. —espera Bianca. Él es Quil... creo que podría decirse, que es el más sincero, y bromista de todos.
— ¡Hola Bianca! Bueno a veces me dicen “ ¡Sal de aquí molestia!” —me reí, el me tomó la mano, y luego tiró de mí, alzándome y abrasándome con sus enormes y calientes brazos, ¿pero que les pasaba a todos estos chicos que estaban afiebrados?
— Bueno, mucho gusto molestia, —reí, este chico podía llegar a caerme bien.

Me bajó y palmeó mi coronilla. Vi a mi hermana limpiarse una lagrima, me acerqué a ella, y la abracé ¿Qué le ocurriría?

— ¿Vamos? —dijo Leha.
— Para, faltó presentara a Angelina. —dijo Seth.
— Ve —le di un empujoncito. Ella estaba hirviendo, talvez la del problema soy yo, y estoy helada.
— Bueno mucho gusto, llamen me Angie. —dijo cortante mirando hacia el suelo, con los brazos cruzados.

Todos se quedaron boquiabiertos ¿Como podía ser tan grosera? Ella no era así. Tome la decisión de no dejar que la depresión consumiera a mi hermana, ella siempre fue alegre, y ahora que me daba cuenta yo también, siempre lo fui, eso me caracterizaba, pero últimamente, yo tampoco era yo misma. Si quería ayudar a mi hermana, tenía que empezar por mi misma. Resoplé sonoramente, y me prestaron atención.

— Angelina, ellos son Sam—señalé a este con la mano—Embry, y Quil. —terminé. Ella me miró, confundida por mi cambio de humor, le sonreí. Y la abracé. —sea lo que sea que te perturbe, cuenta con migo.
— Gracias princesita. —ella siempre me llamaba así. Se dio la vuelta y se dirigió a Sam quién estaba tomando las llave que Jacob le estaba dando.
— Perdona por ser tan descortés, es un gusto realmente. —dijo con su empalagador tono ingles —y a ti Embry. —tomo su mano, este se galanteó frente a ella. Luego buscó con la mirada al que le faltaba. —Quil... espero...que...me... —pero se quedó callada.

Ambos se miraban, y solo eso, una sonrisa se formó en el rostro de ambos. De pronto comencé a sentir una electricidad en la habitación, ¿o era entre ellos? Yo estaba entre ambos, di un paso atrás, y la electricidad desapareció. Todos los miraba, tenían algo extraño y mágico en sus miradas.

Pasaban los segundos y nadie se animaba a interrumpir ese momento tan privado que mi hermana y Quil estaban compartiendo. Era muy raro, y no dejaba de pensarlo. Sus rostros se volvían cada vez más cariñosos, y de pronto, la risa contenida en Leha comenzó a escaparse, luego se les unió Seth, y Sam.

— ¿Qué es lo gracioso? —susurré al oído de Seth.
— Pues ellos se han im...
— ¡Shh! —calla idiota. Le dijo Embry, este parecía molesto. —no ocurre nada trascendental, es solo que este par se han enamorado a primera vista. —me dijo. Él estaba molesto seguramente, porque mi hermana no le había prestado la atención que él creía merecer.
— ¡QUIL! ¡REACCIONA! —LE GRITÓ Jacob, y luego de eso todos rieron, menos los dos enamorados, al parecer se conformaban con mirarse. — Bueno hemos presenciado algo único, pero será mejor que nos movamos, o llegaremos súper tarde a Port Angeles.
Todos obedecieron inmediatamente. Felices, con sonrisas en sus rostros, les seguí. Todos eran increíblemente agraciados, caminaban relajados, pero parecían ir flotando. Subí al auto con Sam Quil y mi hermana.
Me senté en el asiento del copiloto, porque Quil era enorme y ocupaba todo el asiento trasero, y Angelina no parecía dispuesta a soltarle la mirada un segundo.

— Bueno, ¿y que tal lo llevas? —me preguntó Sam para que dejara de mirar a mi hermana, quien estaba súper hipnotizada. —perdón que te haga preguntas que te recuerden, pero he descubierto que hablando se resuelven conflictos internos.
— Esta bien Sam, también lo creo. Pero la verdad es que no se como lo llevo. —me quedé unos segundos pensando. —por momentos, recuerdo y me entristezco mucho, pero en otros momentos, me olvido de todo, y disfruto del momento, como hace un rato.
— Espero que no te molesten mis halagos. Pero pienso que eres una chica muy fuerte. Tienes un gran carácter.
— Para nada. — le sonreí.

Quil:

Una conexión mutua y compartida se prendió fuego entre los dos. Y no dejaba de arder, aún cuando íbamos en el auto y ya habían pasado muchos minutos desde que la vi a los ojos y me sentí completamente atado a sus cuerdas.

Ella era lo más delicado y hermoso que el mundo pudiera haber hecho para mí, sin dudas. Era la pieza que me faltaba. Estaba imprimado. Pero nunca recordé haber sentido una imprimación tan potente en los recuerdos de Sam con Emily, o de Seth con Mariana. No, esto era mil veces más fuerte. Tenía la necesidad de tocar su piel tersa y sentir más de cerca su acanelado aroma.

¿Estaría ella informada sobre todas las leyendas de un Quileute? No estaba seguro, después de todo solo llevaba un día de entrar en Fase.

Lo decidí, le hablaría ahora, por más que su hermana estuviera en el asiento de enfrente, y ella no tenía que enterarse de nada. Le hablaría a un volumen suficientemente bajo, y Angelina me oiría.

— Hola— susurré, después de todo aún no la saludaba.
— Hola— me sonrió. Su sonrisa me deslumbró y pude escuchar mi propio corazón batirse como un colibrí. Y la sangre me subió al rostro. Su angelical carcajada resonó. Luego de calmarme y tomar aire volvía ha hablarle.
— ¿Tu sabes que es una imprimación? —La confusión se marcó en sus ojos.
— No, ¿debería saberlo?
— Claro, es parte de lo que somos, parte de la magia de ser lobos, y tu y yo mi querida chica, estamos doblemente imprimados.

Con paciencia y curiosidad ella me escucho cada detalle sobre nuestras leyendas. Le dije que además de nosotros Sam y Seth, eran los únicos que estaban imprimados.
Estaba seguro que Embry y Jacob verían injusto que ella siendo tan pero tan joven en la manada ya se hubiera imprimado. Pero no me importaba, yo llevaba años esperándola, unos 74 para ser precisos, y no iba a dejar que su mala suerte me impidiera ser feliz.

Llegamos a Port Angeles, en un abrir y cerrar de ojos, puesto que tanto Sam como Jacob eran unos desquiciados para manejar. Les gustaba la velocidad.

— Bien ¿que les parece si primero vamos a la feria, y al parque de diversiones? — propuso Leha cuando todos nos habíamos reunido. A mi realmente me daba igual. Mientras estuviera con Angelina.
— ¡Genial! —dijo Embry.

Todos iban hablando con alguien, pero no prestaba atención más que a la chica objeto de mi imprimación.

Compramos las entradas. Y nos miramos entre todos buscando a Bianca.
— ¿Donde está? —preguntó desesperada Angie.
— Estaba junto a mi… pero…—dijo Sam. Busque su efluvio con mi olfato. Pero no lo registraba, había mucha gente. Lo que si podía distinguir, fuera donde fuera, y que me ponía la piel de gallina, y erizaba los pelos de mi nuca era el aroma repugnante a vampiro. Dos para sumarme preocupación, y lo peor era que conocía el aroma de estos dos individuos. Eran ni más ni menos que Felix y Demetri. Un par de sanguijuelas que cada tanto asechaban por Forks, y nunca podíamos atraparlos. Pero esta vez no sería así, ahora se habían metido con mi familia. Arrugué la nariz y comencé a buscarles con la mirada.
— ¿Son los que creo que son? —dijo Embry.
— Si, son ellos. —confirmó Jacob. —bueno dividamos nos. Leha tú con Sam, Embry llévate a Seth. —a medida que los iba mencionando ellos iban partiendo. —Quil, cuida de Angelina, apenas sabe lo que es un vampiro. Yo iré por este lado.
— Vomos—tireé de su mano. Y corrimos a buscar a su hermana.
— ¿ Qué ocurre? No entiendo, a Bianca se la llevaron unos vampiros... ¿cómo puede ser?
— Son unos idiotas que nos fastidian siempre, desde hace 60 años. Pero son unos suicidas, porque esta vez no les dejaremos con vida. —aceleré el paso, temeroso de lo que fueran a hacerle a Bianca.

Bianca:

Estos dos muchachos me llamaban desde un rincón del parque, me separé del grupo, no podía evitarlo. Eran muy guapos, con sus músculos, y su piel perfecta y pálida. Eran altos y fuertes, con el cabello oscuro, y los ojos tan negros como el carbón.
Comencé a acercarme, y me sonrieron, tenían la sonrisa mas perfecta del mundo. Y ellos se estaban fijando en mi ¿en mi? ¿acaso eran ciegos?

— Hola delicia. —saludó el mas grandote.
— Ho...ho...hola—tartamudeé. Me sonrojé. El otro muchacho se acercó aun más a mi, y respiró en mi cuello. Luego me susurró al oído haciendo que todos mis nervios reaccionaran, y mi corazón latiera a mil por hora.
— ¿Nos acompañarías?
— ¿A donde?
— ¿Realmente importa?—me tomó la mano, estaba helado. El otro le detuvo. —es que ya no aguanto. —le dijo el chico que aún me sostenía.
— Primero vamos a volver loquitos a los otros ¿si? —se rieron macabramente, yo no entendía nada, pero solo quería estar más y más cerca de ese chico que me tomaba de la mano.

Me llevaron a la casa de los espejos, su reflejo majestuoso no dejaba de hacer que mi corazón corriera. Pero pronto entramos a una habitación toda oscura. Y la adrenalina me invadió, así como el pánico.

El chico que me sostenía me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo, estampando mi espalda contra la pared. No veía nada. El otro muchacho también estaba junto a mi. Esto comenzaba a parecerme peligroso, y sexy a la vez. El muchacho que me abrazaba respiró en mi oído, gimiendo suavemente. Pasando su rostro por mi cuello.

— Se me hace agua la boca Felix. No se si aguante más.
— Solo unos minutos Demetri ¿Si?
— Pero huele que manjar... —sus labios estaban en mi yugular. Ya no me gustaba estar allí, y el hechizo que habían puesto sobre mí no me parecía tan lindo, quería irme.
— Suéltame, quiero ir con mi hermana. —pero este rió por lo bajo. Comencé a removerme, intentando empujarle, pero sin resultados. Sus fuertes prensas comenzaban a apretarme más y más dejándome sin aire. Ya no podía moverme más.

Pero vi la puerta abrirse y por ella entrar a uno de los amigos de mis primos, no sabía quien era, estaba medio inconsciente
Sus ojos negros miraron a los míos, y luego me sumergí en ellos, al vacío infinito del universo. Talvez solo era una estupidez de mi imaginación, y yo solo estaba muriendo en la inconsciencia.

Flotaba en el vacío, mirando a las distintas galaxias que me rodeaban. Eran hermosas, y yo solo sabía que en ellas estaba lo único que me mantendría en pié, pero no sabía que era, o su nombre. Unas luces fuertes he incandescentes me rodearon, eran las estrellas, y pronto comencé a sentir su calor, y como me susurraban que volviera.
— Bianca, despierta, por favor. —esa voz tan angelical, me llamaba, pero no podía hacerle caso. Solo quería encontrar esos ojos profundos que me habían acompañado ahora durante mi viaje por el universo, y tenía que ir a cada galaxia, hasta encontrarlos. Pero no podía avanzar más. —Oh...Bianca, si no te despiertas juro que... —pero la voz adorada no terminó la frase. Escuché fuertes gruñidos, y el sonido de vidrios romperse, en una habitación cercana, golpes y aullidos. La mano cálida y estática del ángel tomó mi rostro. De pronto comprendí que no estaban en las galaxias esos ojos, simplemente estaban en la realidad. Abrí mis ojos, y el universo seguía allí., mirándome, con unas largas pestañas rodeándoles, y una sonrisa alzando su belleza y confort. Pero no era el universa, lo negro eran sus ojos, y las galaxias eran el brillo que estos tenían. — bienvenida.
— Oh... —fue todo lo que mis labios pudieron emitir. Podría haberme quedado así de por vida, solo mirándole. Recorrí con mis ojos su rostro, encontrándole algo parecido a alguien. Si era un chico que yo ya había visto, si reparar en detalles, era precisamente la persona con la que aún no había cruzado palabras, ¿cómo podía haberme perdido tanto en estos dos últimos días? —Jacob... —susurré ¿Qué me pasaba? Era extraño. Pero él ahora era demasiado importante para mí. No podía evitarlo.
— ¿Estas bien? —me preguntó, acomodando uno de mis bucles tras mi oreja.
— Ahora... si. —sonreí, y él también lo hizo, que bella sonrisa, esta me impactó, y comencé a acalorarme, por sus brazos que me rodeaban, más la vergüenza de mi rostro colorado, y mi corazón enloquecido.
— Respira Bianca. Vamos. Tienes que recostarte en un lugar más comodo.
— Pero si estoy muy cómoda aquí. —él empezó a reír, pero me alzó, y me sostuvo contra su enorme pecho.
— Oh... Bianca, princesita ¿estas bien mi amor? —preguntó mi hermana. Sacándome de los brazos de Jacob. Yo quería estar en los de él, pero mi hermana también me supo contener.
— Si lo estoy—dije exasperada. —bájame, te harás daño en la espalda. —ella rió.
— Pero si no pesas nada. —siguió riendo.
— Leha... —le llamó Jacob a mi prima quien se inclinaba sobre mí mientras me tocaba el cuello. —Leha... préstame atención. —se enojó Jacob.
— Lo siento ¿qué quieres?
— Ve a preguntarles a los chicos cuantos pares de zapatillas, pantalones y remeras necesitan que valla a comprar.
— ¿Por que no vas tú? Además yo creo que son cuatro pares.
— Yo no voy... porque... —se sonrojó, y me sonrió. —pues, acabo de imprimarme, y no tolero estar lejos de Bianca un segundo más. —dijo arrancándome de los brazos de mi hermana.

Ninguna de las dos dijo algo, seguramente, por el mismo motivo que yo, no sabían de que hablaba este loco. Pero no me importaba realmente, ahora que el pecho enorme de Jacob subía y bajaba junto a mi, y que podía oír su preciado corazón, estaba feliz.

Leha rió, y Angie, seguía desconcertada.

— ¡Wow! Esto es un record, solo podía pasarnos a nosotros lo Freakis. —dijo Leha—Tres imprimaciones en un día, y un par doble, lo cual yo considero que es lo más fuerte que puede haber.
— Que... ¿igual que Quil y yo? —dijo mi hermana, yo cada vez entendía menos.
— Si —dijo Jacob. —Pero lo tuyo es único, porque en mi vida había oído de una doble imprimación. —rieron juntos, yo solo podía verle a él.
— Bueno si no te molesta Leha, vamos a comprarle ropa a los chico, ya quiero estar con Quil, y no creo que desnudo sea muy seguro. —luego rieron.

Salieron de la habitación de los espejos. Ahora podía verle tranquila, estábamos solo. Y los espejos reflejaban su escultural y sexy imagen. Sosteniéndome. Y sus ojos mirándome desde todas direcciones. Eso era tan mágico. Nunca me cansaría de estas sensaciones.

[b][u]En Noviembre del 2009:
Sábado a la Mañana:[/b][/u]

Bella:

No lo toleraba más. Todo era muy lindo acá en Londres, no había vampiros por los cuales preocuparse, ni licántropos, ni nada. Pero eso no quitaba ni un gramo de mi tristeza. Odiaba a los vampiros que no seguían nuestra costumbre. Era difícil abstenerse de humanos, yo lo sabía, pero James había sido muy cruel.

Me encontraba en mi habitación, tocando el piano, imitando una canción tan dulce y llena de pena, como yo. Alice estaba en mi computadora, comprando, como siempre. Rose, modelaba las cosas que Alice le pedía, y ambas reían. No me molestaba su compañía. Tampoco la de mi familia, siempre me alegaba un poco, al igual que Edward.
Estábamos solas, porque los demás se habían marchado para cazar, y volverían en unas horas.

Divagué con mis pensamientos cual loca, tocar el piano era algo sencillo y que me relajaba, permitiéndome sostener mis pensamientos en varios temas a la vez. Pero ahora solo uno ocupaba mi cabeza, Mariana.
Hacía días, desde la charla con Edward sobre cuanto me costaba superar las perdidas de seres queridos. Y una idea marcaba mi historia, nosotros los vampiros vegetarianos, fingíamos ser normales, para estar entre l humanos, pero eso no nos brindaba la capacidad de no huir de los problemas. Yo odiaba huir, y quería volver y hacerme cargo, estar con la familia de Mariana, como una buena humana, ¿pero como hacerlo? Tendría que irme a escondidas, mi familia no me permitiría exponerme a licántropos, pero estos no me importaban un bledo, yo tenía que volver a Forks tarde o temprano. Mejor temprano.
Las teclas de mi piano resonaron disonantes y catastróficas. Mis fuertes manos las habían apretado demasiado. Y la decisión fue tomada. Era ahora o nunca, me iría antes de que los otros volvieran. Pero Alice ya había visto mis planes en su cabeza. ella estaba con la boca abierta mirándome desencajada. Rose la miraba a ella, luego a mi. Le rogué con la mirada, y ella sacudió su cabeza.

— Comprende Alice, no pienso dejar que me detengas.
— Yo no voy a detenerte ellos lo harán. —me contestó.
— ¿De que hablan? ¿Qué locuras harás ahora Bella? —me espetó Rose, como me conocía, se notaban a leguas mis intenciones.
— Alice... por favor...
— Iré con tigo, ¿qué más si nó? Yo también me siento mal.
— ¿Qué a donde irán? —se asustó Rosalie.
— ¡Gracias hermana! —grité, corriendo a mi placard, buscando ropa.
— Iremos a Forks—contestó Alice.
— ¿Por qué? ¿Por lo de Mariana?
— Si, Bella no hay tiempo para empacar. Ya tenemos que salir.
— ¡No se irán sin mi! Yo tampoco aguanto un día más en este país, fingiendo felicidad, y pretendiendo que soy normal, para luego recordar que uno de nosotros destruyó a una amigo.
— ¡Sabía que vendrías! —gritó Alice. —¡Vamos!

Bajamos corriendo, nos subimos al auto de Rosalie, llevando con nosotras solamente las tarjetas de crédito. Llegamos en quince minutos al Aeropuerto. Y pedimos tres boletos a USA. El viaje nos mantuvo ansiosas. Irnos sin avisar fue la mejor opción. En New York tomamos otro vuelo a Seattle. Y de allí corrimos hasta Forks. Habían pasado solo diez horas desde que lo habíamos decidido, seguramente nuestra familia ya lo había descubierto, pero teníamos al menos otras diez horas para poner todo en orden.
Nuestra casa estaba desabitada. Nos acomodamos un rato y charlamos sobre que era mas conveniente.

— Bueno yo creo que llamar a la casa sería mejor primero. —dijo Rosalie.
— No tiene ningún sentido... “Hola, ¿con la mamá de la muerta Mariana? Si, ¿podría decirme como se siente señora?” — me burlé.
— Es verdad. Tomen unos abrigos... ya saben, se supone que hace frío...
— Alto, ¿iremos ahora? ¿ya, así como así? — preguntó espantada Rosalie.
— Si Rose, en cualquier momento Carlisle vendrá por nosotras.
— Oh...oh... —dijo Alice. —están por llamarte Bella. Se fuerte querrá que vuelvas. —tomé mi celular, esperando a que este sonara. Y lo hizo, era Edward.
— ¿Hola? —dije normalmente. —“ ¡Bella, dime que no estas en Forks!” Técnicamente no Edward, estamos en las afueras de este. “ ¡No me tomes el pelo! ¡¿te das una idea de lo desesperado que estoy?! Salgan de allí ahora mismo, ¡esta lleno de Lobos!” no, sabes que no voy a hacerte caso. Te quiero Edward. —luego corté. — Va a matarme. Si es que no lo hacen los Lobos.
— Mmm... basta de perder el tiempo ¿Vamos?
— Si — contesto Rosalie.
— Si. —confirmé. Entonces Alice se quedó colgada, como cada vez que tenia una visión. Su cara de confusión fue empeorando poco a poco, Rose ,nerviosa al igual que yo, me tomó la mano. Ya comenzaba a impacientarme pero bien sabíamos que no nos convenía interrumpirla. Al cabo de un minuto ella terminó.
— Oh... no... no podemos ir, al menos no ahora.
— ¿Qué? ¿Por qué no? —le acusé.
— Pues porque en mi visión llegábamos a su casa y de repente desaparecíamos sin motivos.
— ¿Y eso te tomo tanto tiempo verlo? —le preguntó exasperada mi hermana mayor. Alice le dedico un gruñido de enfado.
— ¿Y que pretendes Alice? ¿Qué nos quedemos acá, sin hacer nada? — le espete.
— Bueno, y ¿Qué más propones? —me gritó Alice. Nunca nos gritábamos, no solíamos pelear.
— ¡Chicas, calma! Basta de sarcasmo. —Nos reprimió nuestra hermana mayor—Vamos a ir ahora, Alice, no te quejes. — La miró severa al ver su enfado—Pero nos mantendremos a una distancia por las dudas, Bella no te quejes. —prosiguió con migo.

Caminamos tranquilas, dejando que nuestro enojo se evaporara. Y llegamos cien metros de la casa de Mariana. Por fin vería a su madre, y me haría cargo de lo que se suponía que me tenía que hacer cargo, claro que no sabía bien que decirle. Nos miramos entre las tres y avanzamos un paso. Fue entonces cuando claramente oímos la voz de mariana. Olimos su fragancia tan fuerte y deliciosa como siempre. Y escuchamos su corazón palpitar acelerado mientras reía.

— ¡No Seth! Acá, no estamos en mi casa, mi madre puede oírnos. —ella seguía riendo.
— No me importa, solo quiero estar con tigo pequeña. —luego más risitas juguetonas.

Nos miramos, y di un paso más. Como podía ser posible que Mariana estuviera viva. Tenía que verlo con mis propios ojos, ya habían pasado meses desde la ultima vez que la vi. Y ella ahora resultaba estar viva. Di otro paso vacilante. Pero me chocó en el rostro una brisa impregnada de un olor tan desagradable, y ya conocido.

— ¡Bella! ¡Alto chicas! —nos dijo Alice con voz alarmada. — acá es cuando desaparecemos en mi visión ¡Estoy ciega! —nos gritó.
— ¡Seth, presta atención! —las tres escuchamos la voz de un hombre rugir a trescientos metros de donde nos encontrábamos. Sonaba enojada, no, furiosa. Rose, nos abrazo. — ¡Tomen posición campana! —volvió a gritar la voz. Nos iban a atacar, y eran Licántropos, los reconocimos por su olor. Decidí que era mejor entrar a la casa de Mariana en presencia de humanos no nos harían daño.
Ahora veía mucho mejor la idea de estar con Edward, a salvo en Londres. Corrimos a la entrada, y tocamos timbre. Vimos alrededor de 6 sombras caninas moverse por nuestros alrededores. Todas dispuestas a atacar. Escuchamos rugidos y gruñidos desenfrenados.

— ¡Yo voy ma! —escuchamos de adentro de la casa.
— ¡No Mary! ¡Tu te quedas donde pueda cuidarte! — le dijo el muchacho, que se llamaba Seth.
— ¿Pero que diablos te pasa? ¡Cálmate estas temblando de nuevo! —empecé a impacientarme. Esa bestia iba a lastimar a Mariana si se convertía en este momento. Tenía que cuidarla. Toque nuevamente el timbre.
— ¿Hija que no ibas a atender? —escuche a la madre. — bueno, da igual, voy yo. — escuchamos pasos. — Hola, ¿En que puedo servirles?
— Buenos días señora. Verá somos amigas de Mariana. —dijo Rosalie muy tranquila, como si nada ocurriera.
— Podría decirle a ella que las hermanas Cullen han venido a visitarla. —dije muy relajada. Alice esbozó una sonrisa, de esas con las que suele comprarnos cuando desea algo, y terminó convenciendo a la madre de Mariana. Esta nos hizo pasar. —permiso, gracias.
— ¡Cariño! ¡Tienes visitas! —gritó. —pónganse cómodas, esta con el Novio, probablemente tarde.
— Oh... claro. —dijo Rose.
— ¿Quieren algo para tomar? —nos ofreció la señora.
— Oh... claro que tal un poco de su sangre y la de su hija. — escuchamos decir a alguien en la habitación de al lado.
— No gracias.
— ¡Déjame ir Seth! —Mariana se quejaba.
— ¡Mariana, las hermanas Cullen te están esperando! —gritó enfadada la madre. Escuchamos un corazón acelerarse. —disculpen, no se que le pasa, esta tan embobada con Seth, que apenas presta atención a su vida.
— Descuide. —Oímos como Mariana se zafaba de su Licántropo novio. Y corría hacia nosotras. La vi entrar. Me levanté del sillón, y trote para abrazarla—¡Mariana! ¡Cielos, creí que te había perdido amiga! —sollozamos, mis hermanas se unieron a nuestro abrazo, y el tenerla cerca, sentir su tacto, su cálida piel, oír y oler su exquisita sangre circular por su cuerpo, eso me devolvió a la vida. Me hacía tan feliz que ella estuviera a salvo.
— ¿Pero que dices, perderme? Jamás dejare de quererlas chicas. — ella lloraba a toda lagrima, como deseaba imitarla. Pero solo mis convulsiones de falso llanto me acompañaban. — ¿Por qué desaparecieron así?
— Bueno es una larga historia, de la que seguro te enteraras, pronto. —dijo Alice. — aún no veo nada chicas. —susurró en un tono imperceptible para mariana.
— Chicas yo debo salir a hacer compras, nos vemos más tarde. —nos dijo su madre. El que ella se fuera, no me daba para nada buenos augurios.
— Nos vemos Ma. —Mariana volvió a abrazarme. — Bella, quiero que me cuentes por que no llamaste siquiera.
— ¡Mariana! ¡Suelta ese monstruo! —tronó un Enorme muchacho, morocho, de unos 22 años, o más. Era tan alto y grande como Emmett. —Ellas son Vampiros. —¿Qué? ¿El no podía hacernos esto? El corazón de Mariana se aceleró. Y sentí como se ponía rígida bajo mis brazos ¡Y ni sueñes que iba a dejar esto así como así!
— ¡Tu también eres una bestia! ¡Pudiste haberla lastimado con tus incontrolables garras! —bramé. — Mariana me miró a los ojos. Y yo me puse frente a ella en posición defensiva. Viendo como Seth comenzaba a temblar. De pronto entraron 4 enorme chicos, y dos chicas a la casa. Alice y Rose se colocaron detrás mío, a los costados de Marina. Y rápidamente, nos acomodamos contra la pared. Con todos nuestros sentidos agudizados.
— ¡NO! ¡NO ALTO TODO EL MUNDO! ¡Bella, Alice, Rose, ellos son mis amigos! No me harían daño—Ella intentaba desprenderse de nosotras, pero no la dejábamos salir de nuestra cámara de protección. Una de las chicas exploto entre tanto temblor, convirtiéndose en una bestia lobuna.
— ¿Ah no? ¿No ves esa loba gigante que acaba de convertirse? —le grite.
— Pe... pero... es que Angie solo quiere protegerme... ella piensa que ustedes quieren hacerme daño.
— ¡Nunca te dañaríamos Mariana! —dijo Alice muy enojada.
— ¡También los se! ¡Oh cielos, calmen se por favor! Ellas son Vampiras, ya veo pero no me dañaran... ¡SETH DILES, TU CONFÍAS EN MI!
— Lo lamento amor, no se que tan grave es esta situación.
— Oh... —Mariana temblaba. Me di vuelta y la abracé.
— Cálmate mi niña, no te ocurrirá nada.
— ¡Pero si yo temo por ustedes no por mi! —grito. —Bella... Prométanme que no les harán daño a mis amigos... háganlo. —nos suplicó. Meré a Alice, luego a Rosalie. Y ellas asintieron.
— Te prometo que no le haremos daño a tus amigos, por más lobos que sean.
— Gracias. Jacob—el chico más alto, y que se encontraba tan cerca nuestro, sosteniendo a la loba, que se había convertido. —Jake... Prométanme que no les harán daño a mis amigas, ella no pretenden dañarme... prométanlo.
— Juro, que... —pero el titubeaba. Estaba buscando las palabras exactas. —Juro que ninguno de nosotros vamos a dañar a tus amigas con nuestras manos. — distinguí un brillo en sus ojos, uno que mariana no percató. Él mentía.
— ¡Blasfemias! —grité.
— Bella... déjame ir. —pidió Mariana. La solté, pero al segundo siguiente me arrepentí de hacerlo. Todo ocurrió muy rápido, como suele suceder cuando de criaturas mitológicas se trata.

La manada entera se abalanzó sobre nosotras. La chica que aún se encontraba en su estado humano, y el supuesto Seth tomaron a Mariana de una manera muy suave, pero veloz. La escondieron tras ellos. Luego el que parecía ser el jefe de ellos me tomó con sus mandíbulas, al igual que todos los demás, que ya eran lobos. Habían explotado de forma repentina, y entre los que quedaban libres nos sostuvieron bruscamente. Durante todo el proceso, tanto mis hermanas como yo, no impusimos resistencia, habíamos dado nuestra palabra de no hacerles daño. Pero ellos, si bien no habían roto su palabra, puesto que prometieron no dañarnos con sus manos, si habían sido traicioneros con Mariana. Ella mientras tanto, gritaba desaforada, y desesperada.

— ¡MALDITOS MENTIROSOS! ¡JACOB! ¡LO PROMETISTE ASQUEROSO PERRO! DEJAME SETH... ¡TU ERES IGUAL QUE ELLOS! ¡PORQUE DEFIENDES SU ACTITUD! —Su llanto ahogaba lentamente sus palabras. Estaba segura que si tuviera vecinos la habrían oído.
— Mariana, tranquila cariño... estamos bien—dijo Alice. Luego escuche como su piel empezaba a ser desgarrada por los afilados colmillos de un lobo plateado. Sonaba como el metal. — tranquila Ángel. Tus amigos, pueden dañarnos todo lo que quieran en tanto... en tanto... —pero mi hermana gemela no pudo continua, el dolor provocó un fuerte alarido de su garganta.
— ¡QUIL! ¡QUIL DEJALA! ¡POR DIOS! ¡¡NOO!! ¡HAZLO POR MI! ¡QUIL LA ESTAS LASTIMANDO! ¡IMAGINA QUE ELLA ES ANGIE! Solo imagina... — ella sollozaba. —imagina que ella fuera Angie... no le harías daño a alguien así...
— En tanto tu estés a salvo mi Ángel. —terminó Alice. El lobo plateado que parecía ser el tal Quil había retirado sus fauces del brazo de mi hermana. Y ahora la miraba a los ojos, con... ¿Cariño? ¿Eso era posible? Pero un gruñido de alerta lo volvió a la realidad.
— Mariana... veo que tus amigos... no son más que unos viles mentirosos y traicioneros... —comencé muy enojada, pero un rugido me hizo callar. Y unos enorme he inteligentes ojos me miraron y mostraron sus blancos colmillos. El lobo era enorme. Y yo ya lo reconocía él era Jacob. El jefe, el que había saltado sobre mi. — ¿Ves algo Alice?
— No Hermanita... estoy ciega como una persona norma... pero ya nada importa.
— ¿Como que nada importa? —comenzó Rosalie. —esto es fabuloso, solo miren que aventura. — ¿Rosalie siendo positiva? Claro, estaba delirando en su lecho de muerte. —un montón de lobos gigantes apresándonos, cuando nosotras esperábamos encontrarnos con una madre con el corazón roto. — definitivamente ella deliraba.
— ¡Cállate sanguijuela rubia! — le gritó Seth. — ¡Cállense las tres!
— ¡No! ¡Cállate tu Seth! —le bramó Mariana— ¿a que te refieres Rose? — mi hermana rió, ella realmente estaba feliz.
— Bueno... la verdad es que nosotras esperábamos encontrar a tu familia deprimida... porque pensamos que habías muerto en manos de... James—lo dijo con tanto asco, pero a mariana se le palideció el rostro.
— ¿¡QUE!? O sea... que ustedes conocen al vampiro que quiso matarme... ¿y no hicieron nada? —dijo Mariana acusatoria, con nuevas lagrimas en sus ojos. Eso me destrozo.
— ¡Así es cariño! Vámonos de acá. — Diciendo eso, se llevaron a Mariana.
— ¡NOO! ¡NO MARIANA! ¡NO CREAS ESO! —pero ella ya no nos iba a escuchar, puesto que su “Queridísimo Seth” se la había llevado lejos. — ¿¡COMO PUEDEN MENTIRLE Y SEGUIR MIRÁNDOLA A LOS OJOS!? ¡SON UNOS DESGRACIADOS! ¡NO HEMOS HECHO NADA MALO! —entonces nos tomaron más fuertemente de los brazos con sus fauces. No pusimos resistencia alguna, y las tres dejamos que los cánidos nos arrastraran por el bosque hacia quién sabe donde. Escuché a Rose sollozar, por fin caía en la dura realidad. El musgo a nuestro alrededor y el verde de las plantas no lograba sofocar el disgustante aroma de los lobos.
Cuando llegamos a un claro, en el que ellos parecían tener una especie de base, o guardilla, el supuesto Jacob dejó de apretarme el brazo, pero rápidamente otro de los lobos casi tan grande como Jacob me tomó el brazo nuevamente. El jefe se alejó, pero antes tomó un trapo que se encontraba dentro de unas cajas rústicamente armadas.
El segundo de internarse en el bosque, volvió con un par de pantalones tres cuarto. Me miraba tan seriamente, y tan asqueado como yo me encontraba.

— ¡Eres un Maldito mentiroso Jacob! —aun resonaba en mi mente su nombre, bien sabía que Edward, una persona a la cual debí haber obedecido, me había hablado de una persona maravillosa con ese nombre, no este chucho. —¡CHUCHO! —Le grité.
— ¡Calla chupa sangres! No estas en posición de insultarme. Bien sabes que nosotros hacemos esto por una causa muy noble.
— Mintiendo...
— Shh... ¿quién es la jefa de su aquelarre?
— ¿Qué? —pregunté.
— Se refiere a quien es la jefa de nosotras tres. — me contestó Rose. — pero claro él no sabe que no nos manejamos en esos términos.
— ¿Y cuales son sus términos rubia?
— ¿De que te sirve preguntarnos? Si al fin y al cabo, nos mataran.
— Pues... acá le daremos una pequeña oportunidad. Claro que lo veo imposible. Normalmente El jefe del clan enemigo... lucha con migo, o con cualquiera de nosotros...
— Eso es cruel y vil... se que terminan por matarlos de todos modos, ¿o vas a decirnos que los dejan escapar libremente? —le espete con repugnancia.
— Mmm, no eres tonta lo veo.
— ¡Ya deshazte de nosotras! Para que aumentar la agonía.
— Quiero saber...¿Por qué estaban acá? ¿y como es que conocen a Mariana?.
— Bueno eso nos llevaría a contarte todo desde el principio perrito—dijo Alice con desdén. —y no se si te importe realmente. — me miró con tristeza.
— Lo siento Alice, es mi culpa, debimos habernos quedado en casa...
— Shh... quiero escuchar su historia “laaargaaa”. — dijo burlesco.

Alice comenzó por el principio de todo... como era mejor ganar tiempo, sabía que ella lo veía por ese lado, por eso fue a una velocidad muy lenta hasta para humanos, y eso que los lobos podían seguirnos el hilo de la conversación inclusive cuando hablamos mega rápido.

— Bueno, Rosalie—dijo mirándola—es nuestra hermana mayor...
— Claro, claro, suponiendo que son una familia, pero si son tan tiernas.... —se burló Jacob, gruñí por lo bajo— ¿Y quien es la mama y papa vampiro?
— ¡Cállate! ¡Tu no tienes idea de nada! ¿Acaso sabes lo que es perder a un ser querido? ¡No! —le grite enfurecida. Las mandíbulas de los lobos que me sostenían empezaron a apretarme, cortando mi marmórea piel.
— Calma Sam, quiero escuchar a la enana, y luego me desquitaré personalmente con esta vampirita.
— Ella se llama Isabella, Pero le decimos Bella, y es mi hermana melliza. —dijo Alice, con aire de sabelotodo. Los cánidos habían dejado de lastimarme, y mi piel se estaba sanando nuevamente. —Nosotras tres somos hermanas biológicas, no por afiliación, realmente somos hijas de los mismos padres.
— ¿Que? Nunca creí que fuera posible que un vampiro pudiera tener hijos.
— No tonto... —dijo Alice riendo, como si corrigiera a un niño pequeño— nos convirtieron luego de nacer. De hecho no hace ni tres años que nos convirtieron.
— ¡Cielos! ¡Pero si son unas neófitas! ¿y se han resistido a Mariana?
— Claro.
— Esto si que se está poniendo bueno... —dijo Jacob con interés.
— Oh... ¿no quieres que te traigamos palomitas de maíz, y un buen asiento para que puedas relajarte y disfrutar de nuestra triste historia? — le pregunté con el cejo fruncido, irónicamente.
— ¡Te estas portando muy descortés con migo Vampirita! — me reprimió El jefe.
— Claro, como quieras, porque... nooo, tus amiguitos pulgosos no me están haciendo daño claro, y a mis hermanas tampoco, de hecho estamos tan cómodas, y confortables aquí... con ustedes...
— ¡Es suficiente! ¡Te dije que no estas en posición para nada! ¡No reclames! ¡No te quejes! Y haré tu muerte menos dolorosa y más rápida. —dijo irritado. Esto me causaba diversión, decidí seguirle molestando, para ganar más tiempo, después de todo, sabía que este chico tenía buen corazón, y saldríamos muy bien paradas de acá. Pero es que sino, ¡ya nos habrían matado! ¿o no? Claro que sí. Por eso, jugué un poco más con su carácter idiota.
— ¡Ya me estas gritando de nuevo!— ahora sería yo quien lo tratara de forma amable—¿por que no haces tu trabajo? Después de todo si no nos matan ustedes lo harán nuestros familiares... en fin. Continua Alice. —se me quedó mirando sorprendido, con una cara de horror. Me dio risa y empecé a reír.
— ¿De que ríes Bella? —me preguntó Rose intrigadísima y con media sonrisa en el rostro.
— Pues... de la cara de Jacob. —las dos reímos. Alice nos vio y luego a Jacob. Y empezó a reír, parecíamos lo que éramos, tres chicas adolescentes disfrutando de una broma interna.
— ¡Basta! ¡Mi cara no tiene ni una pizca de chiste! —nos gritó ofendido, las tres callamos de repente, mirándolo con la risa contenida, pero esto no duro mucho, y las carcajadas explotaron nuevamente, al ver lo desquiciado que estaba Jacob. —¡ES SUFICIENTE! —pero no paramos, realmente nos habíamos tentado.
— Lo...lo...lo siento...Jacob—dije entre jadeos. Él se había puesto colorado, y una vena le palpitaba en la frente y otra en la yugular. Notó hacia adonde estaba apuntando mi mirada, su garganta, y empalideció en un segundo, colocando sus manos en su cuello, como intentando protegerse. Las mandíbulas de Sam me apretaron con fuerza, chirriando metálicamente. —Jacob, no me atraes en lo más mínimo. Solo estaba observando que te habías enfurecido demasiado, y que en tu rostro y cuello habían signos directos de enojo...
— Ya, es suficiente, vamos a terminar con esto...
— Es que tu apestas, tu sangre me repugna...
— No pretendan engañarme...
— Es como si un Pez se enamorara de un águila es total y absolutamente ridículo...
— Y no me he puesto nervioso, solo terminen con la maldita historia...
— Imagínate que idiota debería ser yo para que me gustara la sangre de un hombre lobo... —y así me interrumpió, le interrumpí, me volvió a interrumpir, le interrumpí nuevamente, me interrumpió por tercera vez, yo también lo hice. Nos estábamos comportando como unos tarados, los dos, él por intentar fingir que yo le había hecho tener miedo, y yo por intentar explicarme, con ejemplos estúpidos, y bueno en fin, Alice y Rose, contenían las risas, y los lobos bufaban incesantemente. Mis hermanas empezaron a reír nuevamente. Esta vez Jacob y yo las miramos con enojo, pero luego de unos segundo, y una mirada entre él y yo nos tentamos también, y reímos los cuatro, las presas, y el opresor.
— bueno—dijo Jacob repentinamente poniéndose serio, se había dado cuenta de que él no tenía por que reír con el supuesto enemigo. —ya vas a seguir con la historia ¿o que? —miró a Alice.
— De acuerdo, bueno, íbamos en la ruta cuando teníamos... —pero ella calló, y yo sabía muy bien por qué.

Escuchamos a lo lejos el correr de unos vampiros. Lo eran, 1º porque iban demasiado rápido, 2º porque se dirigían directo a nosotros, 2º porque pudimos oler su fragancia. Y lo que más me preocupaba, luego de que eran tres, era que no eran ni Edward, ni Jasper, ni Emmett, ni Carlisle y tampoco Esme.
Jacob empalideció. Ya no podíamos correr y lo más probable es que los lobos pensaran que eran nuestros amigos.

— ¡Muchachos es hora de actuar ya no más historias! —efectivamente, ellos pensaban que eran nuestra familia.
— ¡No Jacob! ¡No les conocemos! ¡No son amigos nuestros! —grité desesperada, al sentir como tiraban de mis extremidades. Mis hermanas gritaban lo mismo. Y entonces los tres extraños entraron en el claro con el torso descubierto, eran hombres.
— ¡Perros, dejen a las damas por favor! —grito uno de los vampiros.
— ¡No se metan! ¿acaso no ven que nosotras queremos que los lobos nos maten? —les dije, fue lo primero que se me vino a la cabeza, mientras que veía a los ojos de Jacob, que ahora yacía agachado defensivamente al lado de Sam.
— Si Así es, queremos morir porque nuestros amados nos han abandonado, y estamos muy deprimidas—dijo Rose siguiéndome la corriente.
— Exacto no molesten por favor, estábamos a mitad de una ejecución. —dijo Alice como si nada. Jacob mostraba su blanca dentadura, y nos miraba de reojo.
— Si claro— dijo el Vampiro morocho— ¿una ejecución? Que conveniente.
— Calma Chester. Señoritas, si Amor es lo que las lleva a la muerte, eso nosotros podemos curarlo. —dijo el que parecía ser la cabecera del aquelarre. Se acerco un poco, mirándome muy intensamente, me recordaba a James, y sus horribles ojos.
— ¡Ni un paso más lacra! —gritó Jacob.
— ¿Dónde estarán? Jacob siempre se va, eso me cansa, un poco, se que es importante para la ... manada... pero, si al menos no me dejaran sola.
Todos los que nos encontrábamos en el claro escuchamos esa dulce, femenina y humana voz. Quien sería, al parecer conocía a los lobos, y sobre todo a Jacob. Su dulce fragancia, que la traía el viento, provenía de una chica, que estaba a un kilómetro al menos de nosotros, pero podíamos oírle, y olerle tranquilamente, todos. El retuntun de su corazón acelerado nos llegaba, estaba caminando por el frondoso bosque, iba en subida, y estaba agitada, podía imaginarme sus mejillas coloradas por el cansancio, y al parecer los tres vampiros no vegetarianos, también.

Empezaron a correr con sus ojos negros de sed, y ya habían tomado ventaja.

Fue todo muy inmediato, Jacob salió tras ellos explotando como nunca vi explotar a ninguno de los otros integrantes de la manada. Todos los lobos nos soltaron de inmediato y corrieron tras ellos.
Nos miramos con apremio entre mies hermanas y yo, ahora teníamos la oportunidad de escapar. Pero no lo hicimos, no se si fue impulsivo o si fue la más grande estupidez que pudimos haber hecho, claro luego de habernos metido en Forks repleto de Hombres Lobo, pero lo hicimos, corrimos detrás de los Lobos, para atrapar a los Vampiros, antes de que lago grave ocurriera.

Escuchamos como los latidos de la humana comenzaban a acelerarse, ya habíamos llegado a la colina repleta de ramas, árboles, arbusto y musgo, mucho musgo. En la sima estaba una chica de una edad de 15 o 16 años aproximadamente, a la cual la flanqueaban muy de cerca los dos lobos más grandes, y uno era Jacob y el otro Sam, ella estaba en el lomo de un lobo, que por lo que yo creía era la tal Angie. Pero más adelante en una posición semicircular en forma defensiva estaban el resto de la manada. Los tres Vampiros, agazapados cual fieras, estaban enfrente, mostraban sus ponzoñosos colmillos, y rugían desde el pecho. Sus ojos negros se fijaron en nosotras y sus carcajadas comenzaron a resonar crueles.
No podía permitir que se acercaran a la frágil humana, puesto que me recordaba alevosamente a la situación que se había presentado con Mariana.
Y todas las pesadillas que había tenido despierta en estos últimos meses, volvieron a revivir, incrustándome los gritos imaginados de mi amiga por el dolor y el terror, y los míos gritando su nombre, pero claro, ahora las imágenes en vez de estar compuesta por James y Mariana, incluían a una bellísima chica con bucles tan aterrorizada, y tres sedientas bestias.

— ¡Fabuloso! ¡Las damas se unen al festín! —dijo el morocho del medio. Jacob rugió.
— Cometieron un gran error al dejarlas sueltas, no saben hacer su trabajo evidentemente. —se burló el vampiro más alto de tez olivácea. Pensé que sería bueno engañarles, y tomarles con la guardia baja, y así los Lobos podrían sacar a la Pequeña de el medio.
— Bueno perritos, llego nuestro momento. —dije con un tono meloso y satisfactorio. Lentamente me acerqué a los vampiros. —Alice, Rose, me harían el honor de acompañarme, y tomar un puesto con los señores—dije extendiendo el brazo hacia los monstruos hambrientos. Les sonreí confiada, para terminar de convencerlos, tomé del brazo al líder, con suavidad, y le dediqué una mirada divertida.
— Mmm... esto será divertido hermanitas. —dijo alegremente Alice, entendiendo mis intenciones.
— Será muy placentero jugar a las guerreras, codo a codo. —dijo triunfante Rosalie. Ya las tres teníamos tomados a los Vampiros, suavemente, como si solo quisiéramos ser amistosas, pues ellos no sabían que les traicionaríamos al fin y al cabo.
— Jacob... —este me miró indignado—recuerdas todo lo que te dijimos con mis hermanas ¿verdad? —me gruñó—pues sabes... no mentíamos, y créeme que cuando decimos que somos pasivas es por que lo somos, pero eso no quita que nos guste la acción y los jueguitos brutos, —le guiñe un ojo, imperceptiblemente, y él lo notó, vio en una fracción de segundo lo que había planeado, ahora me creía, y era mi cómplice. Automáticamente todos los Lobos se relajaron, como si supieran lo que pasaba.
— Bueno... ya me estoy impacientando, esto es aburrido—dijo exasperadamente Rosalie.
— Si, quiero jugar—exigió Alice.
— ¿Tal y como Emmett, Jasper y Edward nos enseñaron? —les pregunté picarona. Los vampiros nos miraban confusos pero divertidos, pobres, si tan solo supieran... —si, yo creo que a Emmett le encantaría saber que hice la maniobra “manotazo de Oso”. — las tres reímos. Y lo hicimos a la vez. Tal y como Emmett nos había enseñado.

Les jalamos hacia abajo con mucha fuerza, y sus piernas relajadas no impusieron resistencia. La maniobra les tomó por sorpresa, tal y como habíamos planeado. Al segundo siguiente ya les sujetábamos por la espalda con nuestras poderosas piernas. Y tomándoles la cabeza, aunque suene muy grotesco, de las sacamos, los decapitados cuerpos dejaron de moverse, y sus cabezas ya no emitían gritos de dolor. Aún con nuestros cuerpos incrustados en los de ellos, que ahora yacían inertes en el suelo, nos reímos con placer. Alice se levantó y sosteniéndose los costados por la risa empezó a sacar de su bolsillo un encendedor. Y poco a poco muy tranquila armó una fogata. La manada aún quieta donde estaba nos miraban sorprendidos. Rose se levantó y me ayudó a terminar de trozar a los Vampiros ahora muertos completamente. Tiramos los trozos al fuego. Y junto con ella nos pusimos a hacer un “La Danza de la Victoria”. Una que inventamos de pequeñas, la cual hacíamos las tres cuando ganábamos en juegos de mesa, o de lo que sea, o simplemente cuando estábamos muy felices. Íbamos perfectamente coordinadas, haciendo los movimientos a la vez, mientras tarareábamos, y Alice se nos unió haciendo con su boca los ritmos de percusión, los cuales le salían excelente. Las tres éramos una, proyectada en distintos tamaños y con distinto color de pelo y corte. Esto de ser vampiros tenía sus ventajas, como por ejemplo, que ahora éramos muy buenas bailarina, que digo, buenísimas, las mejores, fabulosas.

Luego de alardear internamente reí en conjunto con mis hermanas.

— Apuesto a que no esperaban que fuéramos tan buenas. —dije orgullosa.
— Wow... ¡¿Solo buenas?! ¡PERO SI BAILAN GENIAL! —Gritó la humana con una gran sonrisa. Todos reímos, inclusive los lobos parecían estar riendo. — ¿De que ríen? —nos preguntó inocente.
— Pues... es que Bella—dijo Alice señalándome— se refería, a que éramos buenas luchando. —y ahora la chica rió con nosotros.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

¿Como rayos se suponía que iba a hacer para que Bella dejara de salir con esos arrebatos de niña cabezona y adolescente caprichosa?
Corría a más no poder, hacía rato que corría solo, puesto que era el más rápido de mi familia compuesta por vampiros. Ellos, o al menos los que quedaban, ya que las tres jovencitas habían decidido cometer una locura, venían varios kilómetros atrás, pero no tardarían en reunirse con migo en cuanto frenara.

Ya solo faltaban minutos para que llegara a Forks. Podía oler la sal del mar tan cerca.
Llegué a nuestra deshabitada casa. Ellas habían estado acá sin dudas, pero no hacia más que unas horas que se habían ido. Al minuto llegó Jasper seguido de Emmett.

— ¡No! ¡Esa enana me sacará de quicio! —grito Jasper fuera de sí.
— Calma, sigamos el rastro. — dijo seriamente Emmett. Este estado de preocupación había logrado que Emmett se comportara como alguien maduro. Cuando íbamos a la salida Carlisle y mi querida Esme llegaron. Un tormento de preguntas mentales me invadieron.
— No hay tiempo, es hora de que las encontremos. — me afirmaron con la cabeza, y nos siguieron. El rastro de las chicas nos guió a una casa en La Push. El territorio apestaba a Licántropo. La casa tan sencilla y acogedora tenía personas muy alteradas dentro que discutían. Fue entonces cuando la chillona voz de Mariana perforó mis oídos y erizó los cabellos de mi nuca, ¡Ella estaba Viva!
— ¡Es Mariana! — grite alegre.
— ¡Santos cielos! ¡Es verdad! —me aseguró Carlisle—yo he estado con ella, se como huele, y como es su voz...
— ¿Están seguros? —nos dijo Esme acercándose más a nosotros dos, que poco a poco nos habíamos empezado a acercar la casa.
— Si, escuche su voz en las mentes de Alice y Rose, y su aroma, estoy seguro, es su aroma, tan puro, y delicioso como Bella recitó una ves.
— ¿Y que hacemos entonces? —preguntó Emmett. La verdad es que no lo había pensado. Pero ya no olía a ninguna de mis hermanas, y tampoco a mi Bella, a mi dulce Bella. Solo olía al acaramelado palpitar de Mariana, y a esos pulgosos.
— Hay que hablar con Mariana. — declare. Esa era mi opinión, y era lo que yo iba a hacer.

Avancé lentamente. Tanto ella como su mente gritaban desesperadas, ella estaba muy alterada realmente. Discutía con un tal Seth, el cual no le reprochaba nada, y en su mente solo decía “Por favor que me perdone”.

— Carlisle, me parece que sería más conveniente que volviéramos más tarde, están gritando allí dentro. —dijo Esme con pánico en los ojos.
— ¡Esme, mis hijas están perdidas y ella podrían saber donde están! —dijo desesperado.
— Jasper... podrías calmar las cosas un poco. —le pedí. Era crucial que la gente pensara claro en estas situaciones. Mi querido “hermano” me sonrió y comenzó a emanar de él un increíble sedante, que nos relajó inclusive a nosotros. —Jazz, vas a dejarnos grogui a todos si eres tan intenso.
— Lo siento, es que quería ser eficiente. —poco a poco, el llanto histérico de Mariana se fue calmando. Y pude ver en su mente como ella abrazaba por la cintura a un chico que era su novio al parecer, se besaron apasionadamente. Y el le pidió perdón una vez más.
— Lo lamento Mariana odio hacer eso, es solo que era por tu bien, si esas llegaban a lastimarte... —se le cortó la voz en un sollozo. Ella le apretó con cariño. Y lo vi, vi en la mente del muchacho que él era un licántropo, y además vi un montón de lobos sujetando de los delicados brazos de Alice, Rosalie y Bella. Lo más raro era como la chica parecía no alterarse al saber de la existencia de licántropos y vampiros.

Los recuerdos pasaban rápidos por la mente de Mariana, y pude detectar la alegría del rencuentro entre ella y Bella, pero también vi como comenzaba a odiarla, a ella y a su gemela y hermana mayor. Parecía que hubieran discutido o algo por el estilo.

— ¡Alto! —les dije a mi familia. Todos frenamos. — allí dentro hay un licántropo, y además Mariana parece saber más de lo que un humano normal debería.
— Eso es un gran problema. — dijo Emmett. entonces pude escuchar lo que ocurría dentro de la casa. Seth parecía habernos escuchado.
— Mariana, quédate quieta. Y aléjate de mí. — Vi entonces, en la mente de Mariana, a un chico explotar en una bestia canina letal.
— ¡Seth! ¿Qué ocurre ahora? — y vi en su cabeza como su miedo por los vampiros, más específicamente por James, quien había sido acecinado por muchos lobos enormes, como Seth. Pero ahora su miedo tomaba rumbo a las chicas, a mis hermanas, y al ángel de mis ojos.
— Tranquilos, les dije a mis familiares. —luego vi por la ventana los ojos del enorme Lobo clavados en mí. — Seth. —me dirigí a él, pensé que sería lo mejor—venimos en paz—valla eso sonó muy alienígena, quise reír pero me contuve—escucha, no queremos dañarlos, si nó ya lo habríamos hecho—vi como en su cabeza evaluaba la situación. [i]Son cuatro machos, bastante fuertes, y tienen los ojos dorados, eso me da mala espina. Y una mujer, acabaran con nosotros, inclusive nos costará con toda la manada junto a mí ¡¿por qué diablos nadie entra en fase ahora?![/i] —Seth, deja de cavilar, escucha, no se quienes serán los de tu manada, pero nosotros solo queremos encontrar a nuestras hermanas... son tres adolescentes, muy parecidas entre sí, también son vampiros—como me alegraba que el lobo tuviera tan buen oído, pues podía hablarle en tono normal desde donde me encontraba—Créenos, somos muy diferentes a los vampiros que normalmente enfrentan, muy diferentes, tal es así, que en muchas oportunidades, la vida de Mariana podría haber sido tomada por cualquiera de sus amigas, pero no fue así. Piénsalo Seth. —este miró a su amada, la cual temblaba, y lloraba. [i]Es cierto, pero que hacer, me quedaré así, hasta que llegue Jacob, no eso es una imprudencia, mejor los llamo[/i] Y un fuerte y desgarrador aullido perforó mis oídos, tanto como ese nombre, ese nombre que me hacía tan vulnerable a la melancolía, y hacía de mis sueños una pesadilla, un nombre que susurraría en mi alma toda la eternidad, el de mi hermanos de Alma, Jacob.


Bianca:
Es completamente extraño este mundo, vampiros buenos y vampiros malos. Lobos bueno, y bueno malos, quizás, no lo sabía. Cuando Jacob y Angelina me contaron la historia sobre las tres vampiresas, de donde salían, como eran, que conocían a Mariana, etcétera, etcétera, quedé anonadada. Como era posible la existencia de vampiros que no bebieran de humanos. Y además ellas eran simpatiquísimas, quería conocerlas más, pero Jacob no me dejaba acercarme a ellas, era muy desconfiado aun no se fiaba de ellas. Yo si, no sabía por que, pero presentía que eran buena gente, y últimamente, mis sentidos estaban más agudizados, y confiaba mucho en mis presentimientos y suposiciones, tenía un instinto femenino muy bueno, nunca me había fallado.

Hacía rato que caminábamos, lentamente, riendo, con las vampiresas, y toda la manada... o no. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... faltaba uno, faltaba Seth.

— ¿Jake donde esta Seth? —su cara se descolocó, como si hubiera recordado algo importante.
— Oh... va a enfadarse con nosotros, por no darle noticias de vida... —les dijo a todos preocupados. —y llevamos tiempo lejos de casa, después de el encuentro abrupto... hay que volver... —estaba cavilando en su mente, como siempre, su seño se frunció, enmarcando esos ojos negros cálidos, ese mal de galaxias que me tenían atrapada. Jacob era como... como mi mejor amigo, aunque yo deseara más, pero que se iba a fijar en mi, una amena jovencita de catorce años. Pero no podía dejar de pensar en su hermoso cuerpo, y en lo mucho que me gustaba, y lo mucho que lo amaba, me atrevía a decir. Para colmo no ayudaba que se pusiera esas remeras blancas ajustadas al cuerpo, marcando su pecho y fuertes brazos, como ahora, iba vestido sencillo pero realmente excitante (¿Qué piensas niña? ¡Que es tu amigo no tu novio! ¡ya quisiera!), porque claro la manada había vuelto corriendo con migo en su lomo hasta la pequeña y secreta guarida, donde tenían cajas y cajas de ropa, para situaciones como esta, en el centro del Bosque de La Push.

2 comentarios:

  1. sabes q me lei tu novela, coo vi q eras mis eguidora en mi nove (una eternidad perdida en tus ojos) la lei y la ameeeeeee

    ahora voy a leer esa de "el msiterio es cuestion deld estino", pero dejame decirte q "el tiempo no es un problema" la ameeeeeeeeeeee
    trata de subir luego plisssssss
    q al adorrooooooooooooooo

    bueno cuidat muxioo
    t juro q si subes nove t posteo en cada capitulo 1 veces si es necesario xD hasta t hago publicidad si kero (Y)

    byee

    nita

    ResponderEliminar
  2. aaaa me encanta tu nove!! escribe pronta porfa!! ya tienes una nueva seguidora jaja pasa por mi blog porfa

    ResponderEliminar